jueves, 1 de abril de 2021

PALABRAS DE INTRODUCCIÓN Y MOTIVACIÓN EN EL ENCUENTRO DEL COMITÉ COORDINADOR PARA UN SAN CRISTÓBAL MEJOR. (3 de abril de 2006) / Marcial Báez.

 



Sean bienvenidas y bienvenidos a este Salón de Conferencia de la Cámara de Comercio y Producción de San Cristóbal, nos complace el compartir con ustedes estas inquietudes que no son de la exclusividad de un grupo sino que nos atañe a todos.

Antes de  continuar permítanme citar a uno de los filósofos más grandes de la historia, Aristóteles, que expresa en uno de sus escritos sobre la Política, que “Toda ciudad es una agrupación; las agrupaciones se organizan con miras al bien común, porque el hombre obra siempre con el fin de lograr lo que cree bueno. Si toda agrupación tiende al bien, la ciudad o sociedad política, que es la superior entre ellas y comprende a todas las otras, tiende al bien en mayor gado que las demás y al mejor bien”.

Siguiendo las líneas de esas acertadas consideraciones, un grupo de ciudadanas y ciudadanos (Aida Mejía, Ana Matos Nina, Francisco Suriel, Raquel Madera de Hasbún, julio Tomas Espinal, Eduardo Matos Nina, Orlando Alcántara, Solange Pereyra, Rafael Puello, Nelson Rodríguez, Marin. P. García, Ramón Roa, Antonio Nina, Angry Reynoso, Jeannery Alcántara, Nidia Candelario y Marcial Báez), preocupados por la difícil situación política, social. Educativa y de salud que abarca todo el país, sentimos la necesidad de buscar ese bien común, junto a ustedes y a nuestras autoridades, pasando un balance general a estas problemáticas que están incidiendo de una manera alarmante y negativa en nuestra sociedad, convirtiéndola poco a poco en una replica distorsionada de lo que debería ser una ciudad de la cual nos sintiéramos orgullosos.

En este momento tengo la seguridad de que muchos de ustedes o tal vez todos los presentes, añoran la imagen del San Cristóbal reciente pasado; cuando el peatón podía caminar por las aceras, sin obstáculos que lo hicieran bajarse a la calle, libre de chimichurris, bocinas, letreros, estantes de agua y de goma, sillas, frituras paleteras, vehículo y la multiplicación de motores y paradas por doquier.

El poder dormir plácidamente  una siesta en su hogar, leer un buen libro, ver la televisión, sin que un estruendoso ruido originado por las guaguas anunciadoras, el equipo de música de un vecino inconsciente o las famosas disco light utilizadas por los partidos políticos en campaña, le remueva el cuerpo entero, estremezca la ventanas haciendo saltar de sus cunas o asientos a los niños y a los envejecientes y además disparar las alarmas de los autos estacionados.

La tranquilidad de los padres cuando enviaban a sus hijos e hijas a la escuela o al colegio, sin temor a pensar que a la salida de los mismos, los acosaran para ofrecerles estupefacientes o que iban a formar parte de “las naciones o bandas juveniles”.

Tampoco se veían en el Parque Piedras Vivas escenas de niños humildes, jugando a los dados el dinero ganado con sus limpiabotas y las parejas de enamorados en poses irreverentes, frente a un templo católico, a un colegio, a los hogares de familias decentes, de religiosos y de religiosas. Así como en las calles, la triste realidad de los enfermos mentales, la mayoría, abandonados por sus familiares y algunos andando desnudos. La ubicación de bares unos abiertos y otros cerrados que atentan contra las buenas costumbres. Sé que añoran, me incluyo, añoramos un Parque Central y una Avenida Libertad esplendorosos sin la deprimente y deplorable imagen que presentan en la actualidad. Un Mercado donde los alimentos no estén metidos en el fango. También la proliferación de colmados, bancas de apuesta, juegos de azar, ventas de pacas, entendemos que es por la falta de trabajo; pero nos estamos convirtiendo en un pequeño Haití o en un Macondo cualquiera.

Compueblanos, ¡Es tiempo ya! Que unidos, cada uno de nosotros asuma el rol que nos corresponde, con entusiasmo, con vocación de servicio, pensando en los demás, sobre todo e a joven generación que desconoce la esencia de lo que es nuestra identidad como sancristobalenses.

Hace tiempo escribí varios artículo sobre San Cristóbal y uno de ellos lo titulé: ¿San Cristóbal dόnde están tus dolientes? Su contesta a esa interrogante.

La empresa no es fácil. Eso sí, el trabajo será la piedra angular sobre las decisiones precisas, que juntos buscaremos y llevaremos a buen fin. Lo personal, lo partidista o lo religioso no estarán por encima de la propuesta adecuada: la unificación en la búsqueda e solución, a corto plazo, de los problemas más prioritarios de San Cristóbal.

martes, 30 de marzo de 2021

CUATRO AÑOS DE CULTURA Y CARNAVAL EN SAN CRISTÓBAL / Ramón Mesa.

 



A la memoria de Alexis Durán (1970-2019), por su entrega y dedicación al carnaval Popular de San Cristóbal, y por su sincero respaldo a nuestra iniciativa, de cuyo Comité formo parte importante.



A la memoria de Solange Pereyra Barinas (1937-2019); Por su entrega y dedicación a la enseñanza musical durante más de medio siglo; y por sus aportes como miembro del Comité Organizador del Carnaval Popular durante nuestra gestión.



Introducción.

“San Cristóbal lo tiene todo” es una exclamación que usualmente escuchamos en los círculos de debate; pero de igual manera, “San Cristóbal lo ha perdido todo”. Esto último se esgrime en razón a nuestra memoria histórica. Las sucesivas generaciones han ido perdiendo toda conexión con los hechos más sobresalientes del pasado reciente y el pasado remoto de nuestro pueblo.

La presente obra constituye, mas que un informe de nuestra gestión al frente del Departamento de Cultura del Ayuntamiento de San Cristóbal, durante el período 2016-2020, una moría para la historia del desarrollo cultural de nuestro municipio y provincia.

A falta de iniciativas como esta, hemos perdido a través del tiempo el importante legado de generaciones antecesoras y con ello, hechos y acontecimientos han sido sepultados en el olvido Por esa vía perdimos, además, una parte importante del patrimonio material e inmaterial de nuestra ciudad, la identidad y el orgullo por el presente y el pasado.

Por otro lado, esta obra viene  reforzar el criterio de transparencia que caracterizo la gestión del alcalde Nelson Guillen, al frente del Ayuntamiento Municipal, catalogada como una de las más pulcras y transparentes que haya tenido la historia del cabildo.

En el municipio no se dispone de una memoria de las gestiones del cabildo  ni de sus ejecutorias en ningún orden. Es más, ni siquiera contamos con la publicación de sus gacetas oficiales. Este vacío nos pone al amparo siempre de la improvisación y de toda desconexión con los hechos más relevantes de los gobiernos locales. Mucho menos se cuenta con una memoria organizada sobre las iniciativas cultuales de las gestiones pasadas, aunque decir verdad, la mayoría nunca trascendió los actos protocolares de días festivos y fiestas patrias.

Somos de opinión que el hecho cultural, por pequeño o reducido que sea el colectivo que lo protagoniza, va dejando una huella mediante la cual se vislumbra el devenir histórico. Por ello, su registro y sistematización juega un papel importante para el investigador y para el historiador. He ahí la pertinencia de esta obra.

Concebida desde la perspectiva de documento como fuente de la historia, la misma se divide en dos partes principales: la cultura, en la que se registra, con un lenguaje descriptivo las principales actividades e iniciativas emprendidas durante nuestra gestión, y la segunda. EL carnaval, que muestra con detalles como nunca antes, todo lo relacionado al proceso para la puesta en valor del Carnaval popular de San Cristóbal, como uno de los eventos culturales de mayor impacto social, y parte importante de nuestro patrimonio inmaterial.

Nunca antes se había mostrado con tantos detalles el proceso de desarrollo de esta fiesta popular, confirmando con ello nuestra capacidad organizativa y nuestro liderazgo al frente del Departamento de Cultura del Ayuntamiento, durante el periodo en cuestión. Ha de ser este un ejemplo para sucesivas gestiones del municipio y para cualquier otro del país.

En lo personal, siempre que nos involucramos en proyectos de creación o gestión cultural, lo hacemos con la firme convicción de aportar a la mejoría del sector, así como a la identidad y el orgullo de nuestra tierra natal; la obra viene a cumplir con esa meta que me he impuesto y que mi familia ha asumido con igual entereza.

Agradezco al alcalde Nelson Guillen por la oportunidad, agradezco a mis compañeros directores de diferentes departamentos del Ayuntamiento. Agradezco a los colaboradores de mi departamento y de manera muy especial a los integrantes de la Fundación Literaria Aníbal Montaño (FLAM), a  los de la Fundación Cuevas del Pomier y al Comité Organizador de la Feria del Libro Sancristobalense. También a quienes integraron el Comité Organizador del Carnaval Popular durante la gestión.

A los carnavaleros y líderes de comparsas, por creer en la seriedad de nuestro trabajo y permitirnos poner de manifiesto el sentido de responsabilidad que nos caracteriza; y sobre todo, por sus valiosos aportes a nuestras iniciativas. Un agradecimiento especial a l escritora Ysabel Florentino y al diseñador gráfico y artista visual Domingo Guzmán, por ser los principales aliados de mi labor cultural.

INDICE: Introducción / Preliminar / La Cultura / EL Carnaval / El Jurado / Rigor de los informes / Gratitud / Carnaval 2017 / Carnaval 218 / Carnaval 2019 / carnaval 2020 / El rey del Carnaval / Las comparsas invitadas / Otros desfiles importantes / Entrevistas.



RAMON MESA

Pintor, escritor y gestor cultural. Fundador y directivo de la Fundación Literaria Aníbal Montaño (FLAM). Miembro del Colegio de Artistas Plásticos (CODAP). Ha realizado varias exposiciones individuales de pintura en el país y en el extranjero. Pertenece a la directiva de la Fundación Cuevas del Pomier, editor de la revista “Pommier” y miembro de la directiva  de la Feria del Libro Sancristobalense. Es coordinador del colectivo de Artistas Plásticos del Sur Dominicano “Flor de Cactus”; fue director Provincial de Cultura (2005) y Directo del departamento de Cultura del Ayuntamiento de San Cristóbal (2016-2020). Es autor de los libros: 7 mensajes sin leer (2007); Cuentos lacónicos (2008); Arte Taíno en San Cristóbal (2014); Hechizo de Lluvia y otros conjuros (2018); Los desencarnados y De la flor del fango (2019).

CUATRO AÑOS DE CULTURA Y CARNAVAL EN SAN CRISTÓBAL. RAMON MESA. Grupo Editorial Montaño. 375 págs. Cel: 809-703-3812 / 809-961-6513.

 

lunes, 29 de marzo de 2021

NOTA AL PIE / Betsy Wade.

 



Fragmento.

En los días que corren, los desafíos para Nelle Bly serán escasos. Todo cuanto les resta hacer a las mujeres con espíritu de derribar barreras es explotar el espacio y concurrir al Wonderful Saloon de McSorley.

La parte que me cupo en la reducción del número de fronteras cerras a las mujeres fue pequeña. Yo distaba de ser la primera mujer que trabajase en una mesa de corrección. Sin embargo, les contaré como se rindió tan silenciosamente como un zapato No 38.1/2 la mesa de redacción del New York Times.

Yo no había pensado en desempeñar el papel de una no ya al pie de página en la historia; lo único que deseaba era un trabajo. Me surtí de un sombrero y un par de buenas referencias, y al final de la caza me encontré de pie en la oficina del jefe.

-Siempre tuve la certeza de que la mujeres podrían ser útiles en la mesa de revisión-dijo este, mientras yo miraba nerviosa fijamente un mapa que había colgado en la pared-. La estuve esperando dieciséis años-hizo una pausa-. Mejor será que sea buena.

Y eso fue todo. No más sindicaciones ni instrucciones.

Como claramente habría sido tonto procurarme de si era o no buena, me inquiete por lo normal: ¿Qué ropa me pondría?

Mi experiencia anterior con los revisores me había enseñad que estos consideraban a todas las mujeres periodistas como charlatanas vestidas de negro.

De manera que el negro quedaba descartado.

Des pues de agonías que solo las mujeres pueden comprender, me decidí por un traje azul marino y un vestido gris, que me cubrían de pies a cabeza. Usaba gris y el azul alternadamente hasta parecer una esquizofrénica beldad de la época de guerra civil.

A los ojos de los demás integrantes de la mesa, yo era una mascota que los divertía, una amable curiosidad que, afortunadamente, se iría. Mi destinó ene se tiempo era ser revisora en el departamento de notas femeninas, y mis colega se apresuraban a explicárselo a cualquiera que preguntase que hacia una mujer escribiendo sobre el presupuesto, un crimen o un rapto.

Tras cuatro semanas de arrodaje (Cuatro semanas para aprender el léxico de leyes no escritas, el estilo del times, y miles de hechos horrendos sobre el funcionamiento del gobierno comunal), desaparecí para pasa al departamento femenino.

Cuando me devolvieron a la mesa de revisión después de un año y medio, un parto y un corte de cabellos, as cosas eran decididamente diferentes. Esta vez me quedaba allí para siempre.

Mis compañeros de trabajo se podrían calificar en tres categorías. La primera creía que la sola idea de que hubiese una mujer allí era ponzoñosa. Refunfuñaban en voz lo suficientemente alta para que se les oyera: condenación, infierno, pavadas, este sitio se está convirtiendo en un asqueroso salón de té, no es como en los viejos tiempos.

El segundo grupo, tal vez más próximo al primero de lo que podía creerse, era amable, demasiado amable. Yo no podía luchar veinte segundos con un título sin que estos caballeros me ofrecieran par elegir entre dos o más alternativas. Esto dificultaba las cosas. Yo tenía que pensar con rapidez en algo diferente, y en una buena razón para lo mío.

Los del tercer grupo se entusiasmaban en su trabajo y me ignoraban. A veces contaban hasta un chiste inocente, para que no me sintiera tanto como un apóstol de la templanza en el picnic de una fábrica de cerveza.

Ahora le contaré lo de los zapatos. Cuando yo estudiaba en la escuela de Graduados de periodismo, no había concluido todavía de “domar” mis zapatos. Al término de cada clase tenía que tantear el pupitre en busca de mi calzado, como una matrona en el cine, Varios profesores lo notaron. Durante algún tiempo fui conocida como “Betsy la descalza”.

Cuando fui al times resolví que había llegado la hora de dejar de lado mis chiquilladas. Me quedaría con los zapatos puestos. Los empleados callicidas me ayudaron a recordarlo.

Algunas noches después se me admitió descalza y todo. El hombre que se sentaba a mi lado me trajo un puñado de hojas de pruebas.

-Conserve los pies más limpios-dijo-y puso un hoja en el suelo.

A esta altura comencé a advertir lo que aún no puedo explicar: que en algún punto entre el desfallecimiento y la risa, las maldiciones y el pataleo, hay en la mesa de correcciones un trabajo exigente sí, pero cómodo, para una mujer.

Esta es apenas una de esas historias “que sόlo ahora pueden contarse”. Con todo, la pequeña nota al pie esta terminada; en las mesas de revisión del Times se sientan ahora otras mujeres, y espero que no seamos las últimas. Es un buen lugar para una mujer. Y ¿Qué puede ser mejor que estar rodeada de hombres?.

REPORTAJE  A LA REALIDAD. Edward W. Barret. Edicones Troquel Pág., 320. Argentina. 1968.

 

EL ARTÍCULO DEL DÍA DE LA MADRE / Ralph L. Lowenstein.



Fragmento

La noticias son el pan nuestro de cada día del periodismo. Pero en cuanto a mí, por lo menos, el artículo fue siempre el postre. Da al reportero una oportunidad de romper con la jurisdicción fría, analítica y objetiva de la noticia y de poner su corazón en su labor. Le permite ser subjetivo, emotivo, cálido y, sobre todo, creador.

Creo que el lector de diarios tiene una inclinación similar por el artículo. En la espesa selva de noticias políticas, financieras, policiales, el artículo se destaca como un dorado rayo de sol.

Mi amor por el artículo comenzó en un seminario dirigido por Allan Keller en la escuela de periodismo para Graduados de la Universidad de Columbia. En casi todas las clases, Keller nos encargaba un artículo sobre un tema determinado. Existían dos reglas básicas: no podíamos modificar los hechos de fondo que nos daba Keller, y teníamos que escribir nuestro artículo en un plazo de tiempo prefijado.

…Aprendimos que no éramos escritores de imaginación, sino simplemente medios por los cuales otros seres humano podrían compartir su humor, expresar su filosofía o escribir su epitafio.

Durante una experiencia que iba a convertirse en la más interesante de mi carrera, me incline hacia el artículo, no porque fuera lo que hacía mejor sino porque la situación que tenía que describir era tan fría y cruel que solo un artículo podía presentarla con el contraste apropiado.

EL caso había sido traído a The El Paso Times por un sacerdote católico que prestaba servicio en uno de los barrios  más pobres de la ciudad. Se trataba de una familia que estaba separada por la frontera entre México y estados Unidos. La familia compuesta por madre, padre y siete hijos, había sido dividida por la aplicación estricta de una ley severa: la ley de inmigración Mccarran Walter de 1952.

La señora Juana Valadez, nativa de Méjico y casada con un ciudadano norteamericano, había sido deportada a su patria cuatro años antes. Un funcionario judicial especial del U.S. Inmigration & Naturalization Service (Servicio de inmigración y naturalización) había decidido que la señora Valadez había cometido perjurio cuando al solicitar un pase de  cruce local, declaro que no tenía intención de vivir permanentemente en los Estados Indios.

La señora de Valadez era una mujer simple e ignorante que difícilmente podía comprender el significado del perjurio. No obstante y sin brindarle los servicios de un abogado, el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos fue fiscal, juez y jurado en su caso. El perjurio es una felonía. De acuerdo con la ley de inmigración MaCarran-Walter, cualquier extranjero convicto de felonía debe ser deportado y nunca será admitido de nuevo en Estados Unidos.

Su marido un obrero que ganaba cuarenta y ocho dólares por semana, permanecía en un departamento de una habitación en el paso con las cuatro hijas mayores. Así podía él estar cerca de su trabajo y las muchachas concurrir a las escuelas públicas norteamericanas. Su mujer vivía en un departamento, también de una habitación, en Juárez, México, con sus tres hijas menores. La familia tenía suerte de reunirse en Juárez una vez por semana el domingo.

El sacerdote católico nos contó la historia poco antes del Día de la Madre. Para causar el máximo impacto, The El Paso Times publico mi relato en el mismo Día de La Madre. O ilustraban dos grabados, uno que mostraba la mitad e la familia que vivía en El Apso y el otro con la mitad en Juárez. El rea.to comenzaba:

“El Día de la Madre será igual que casi todos los otros domingos del año para el señor Juan Valdez, su mujer y sus siete hijas.

La familia se reunirá en un pequeño apartamento de una habitación de la calle Azucenas No 118, justo al otro lado del río, en Juárez.

Al acercarse la noche del domingo, la unidad de la familia Valadez llegará a su fin y comenzará otra semana de separación”.

El relato conmovió  a muchos habitantes de El Paso entre las llamadas que recibimos, las más importantes provenían de abogados que se presentaban para informar que los Valdez no constituían la única familia separada. Existían muchas más, quizás centenares, solo en la zona de El Paso, decían, y ofrecían abrir sus expedientes y darnos los nombres reales y las historias de los casos.

The El Paso Times presentó una serie de cuatro artículos más sobre familias separadas.

Horas antes de que la apelación fuera elevada a ese organismo, el comisionado del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos ordeno que se asegurara a la señora Valadez una libertad bajo palabra por tiempo indeterminado. El reconoció que los artículos del Times habían llamado la atención sobre los aspectos dignos de compasión del caso Valadez.

Como resultado de los artículos sobre los Valadez, recibí varias recompensas. Una fue el premio Pall Mall para crónicas importantes, que me mostro que una historia puede transformarse una vez que los límites que impone la verdad se han eliminado. (“recuerdo, n falsifiquen los hechos”, acostumbraba a decirnos Alla Keller.) (En el show de televisión trasmitido a toda la nación, se efectuaron una cantidad de cambio llamativos).

Me di cuenta de que la gran brevedad del tiempo en radio y televisión, y del espacio en las revistas, tiende a distorsionar la verdad mucho más que el posible deseo de modificarla. El espacio disponible en un diario día tras día permite un reflejo más exacto de la vida tal como es realmente.

Sin falsa modestia, puedo decir que el haber obtenido premios por el artículo sobre Valadez era también un reflejo de la irrealidad. Sentí entonces, y lo siento ahora, que el padre James Loeffler merecía mucho más las recompensas que yo. Mi artículo simplemente dio volumen a su compasión e indignación, y suministró una clara imagen de las familias que había sido separadas.

Me proporcionó alegría y satisfacción saber que los Valadez vivirán juntos y, más tarde que cientos de otras familias se reunirían de nuevo. Y junto con esta satisfacción llegó la certeza de que el artículo puede ser algo más que un pastel de crema en el quehacer periodístico, y siempre que esté respaldado por la verdad poder ser un arma poderosa en favor de ella.

REPORTAJE A LA REALIDAD. Edward W. Barret. Pág. 23 Ediciones Troquel. Argentina 1968.[D1] 

 

 


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domingo, 28 de marzo de 2021

LA POSICION EDITORIAL. Meg Greenfield.

 



Hasta el verano pasado, cuando lo leí en un libro, no tenía idea de que Mussolini invirtió buena parte de su tiempo escribiendo editoriales, entre 1941, cuando fue expulsado del partido socialista, y 1922, cuando tomo el poder en Italia. Al reflexionar sobre esto, llegue a la conclusión de que no tiene nada de sorprendente. Hay un pequeño Mussolini en cada redactor de editorial. No un Hitler, ni un Stalin, ni un Pinochet, ni un Idi Amín, pero lamentablemente si un Mussolini. Pomposo, entrometido, pretencioso; un personaje gracioso para todos, menos para él mismo, confía en forma franca y desmedida en la pelea, imparte ordenes grandilocuentes que no surten absolutamente ningún efecto. Diremos a coro: “resulta anacrónico que los hombres de buena voluntad resuelvan sus diferencias en esta forma tan irritante y tan poco conciliadora, frente a lo cual, un desagradecido país responderá: “¡Ya basta!”.

Lo llamaremos “mussolinismo”, y constituye el componente azaroso de los editorialistas. Por supuesto, no tiene nada que ver con sus personas, pero tiene absolutamente que ver con su opinión personal.

La mayoría de las veces es más difícil expresar la posición editorial, al menos si los editorialistas son honestos con respecto a los temas planteados. Pienso que, con frecuencia, el redactor deberá referirse a algún hecho especifico de las noticias, y deberá manejar su propia escala de valores, además de algunas presiones, para realizar la elección y estos son los editoriales arduos e interesantes, ya que, si son buenos, reflejarán las discusiones que conducen a la conclusión del editorial, asi como deberán demostrar por qué esas razones tienen más peso que otras.

En el The Post, utilizamos varios caminos para llegar a la toma de posición. La mayoría de las mañanas tenemos una reunión editorial, que puede ser ágil o densa, productiva o estéril, según la disposición de los que participamos o los hechos que tratemos.

Algunos temas son obvios: encabezan las noticias, son de interés general, involucran una serie de problemas no resueltos, etc. Son tan claramente patrimonio de un editorial, que el hecho de no incluirlos constituiría, de por sí, un comentario editorial.

El hecho es que, a pesar de todos los rumores que sugieren lo contrario, la mayoría de los escritores de editoriales son realmente personas, y,  en tanto tales, tendrán prejuicios y preferencias: si su tigre hace algo, pensarán que es una buena cosa, pero si es otro el tigre… bueno, entonces es distinto.

Me parece que debemos tener esto en cuenta y además debe preocuparnos, ya que un editorial debería asumir posiciones que se mantengan fieles a principios básicos, y no a los programas o actividades- cualesquiera que sean-de quienes son considerados amigos políticos.

Opino que una página editorial, que en la mayoría de los casos se hace a partir de tres o cuatro juicios de valor, debe ganar aceptación al asumir posiciones y hacer recomendaciones que surjan de planteos hechos día  a día y que estén dentro de los marcos de las posibilidades reales y el sentido político. Pero a los editorialistas no se les paga como para pretender que sean ministros o para demostrar cómo se desempeñarían si estuvieran llevando a término alguna negociación. Así, de vez en cuando, si son realmente buenos reconocerán problemas y asuntos de interés público que requieren un poco de visión, un poco de firmeza y un poco de que-diablos-me importa-cuales-sean-los-obstáculos-es-bueno-que-se-hagas-ahora.

En otras palabras, las reuniones editoriales, s son provechosas, contribuirán a que las posiciones de la página editorial son honestas, consecuentes y abiertas a la crítica o a los eventuales cambios. Asimismo, impedirán que los editorialistas se tomen demasiado en serio a sí mismos o se den ínfulas de sabihondos. En síntesis, evitaran que los redactores se sientan un “Mussolini”. Dada la gran cantidad de riesgos y tentaciones que tiene nuestro oficio, esto ya es bastante.

LA PAGINA EDITORIAL / The Washington Post. 1978. Pág. #39.

 

 

EL TIGUERE DOMINICANO (1992). Lipe Collado

 


Fragmentos.

El Tiguere: una palabra, un ser social.

La palabra tíguere se incorpora al habla dominicana con la ocupación haitiana y se refuerza con la influencia de la radio y la musca cubana. Junto con el famoso sanatonio “coño” es la palabra más usada por los dominicanos… El Tíguere es un ser de psicología propia cuya ley es “salir bien parado” en cualquier situación.

A pesar de la influencia del tigre cubano en el Tíguere dominicano, y a pesar de la presencia inocultable del tigre cubano en la literatura, ¿Por qué en Cuba no cuajo con características que llegaran a tipificar al cubano?, ¿Por qué en Cuba el Tigre no llego a constituir un tipo social importante, significativo? Lo ignoramos. Una vez finiquitado el duro, cerrado y organizado gobierno del extraordinario político y orador Fidel Castro nos ocuparemos de hurgar en las raíces de este asunto.

Origen haitiano de la palabra tíguere.

Es curioso y digno de observar que este personaje es una herencia oblicua de la cultura africana. La palabra “tigre”, pronunciada en el creole de Haiti como “tiguerrrrr” (arrastrando la r), la popularizaron las tropas haitians que ocuparon a Santo domingo desde 1822 hasta 1844 para designar a los jóvenes que deambulaban libremente haciendo y deshaciendo, sobreviviendo con sus propias garras. Todavía hoy día es bastante corriente la pronunciación tiguerrrrr” o “tiguere” en HAiti para designar al “Palomo”, que es como llamamos aquí a esos jovencitos deambuladores llamados también de vez en vez “tigueritos”. El palomo era-¿o es?- un antecedente del tiguere. Los haitianos, descendiente de los esclavos traídos de África, han conservado mucho de la cultura africana. ¿Acaso el esclavo africano busca en algún tipo de ser humano semejanza con aquella fiera libre sangrienta de su tierra?

De modo que “tigre” ha servido en ambas partes de la isla desde hace muchos años para calificar a ciertos individuos que no escatiman pudores ni se detienen ante nada ni ante nadie cuando se trata de sus objetivos.

“Que y quién es un Tíguere?

“El Tiguere” ha sido una conducta global venida de reglas,  de comportamientos básicos regidos por la ley vertebral de “sobrevivir” a costa de todo, y se le define por sus acciones y por la ley principal que lo gobierna: “salir bien parado” de cualquier situación, sin importar las armas a emplear; y en su consecución hay una suma de reacciones que lo tipifican: modos de conducirse, tonos de hablar, gestos, ademanes y otras características singulares.

Definiciones Previas

EL TIGUERE BIMBIN era -¿o es?- un tipo de tiguere sin condiciones para estar los tigueres y salir a paso en las situaciones difíciles. Era -¿es?- un bullanguero, aspavientoso, fácil de engañar y de vencer. Es aún muy popular y esto obedece a que su nombre es el mismo del miembro viril del macho en el habla dominicana.

EL TIGUERE CINTURITA era-¿o es?- un mujeriego, muy bailarín. Experto bailador de son, danzón y merengue, de buen vestir, inclinado a usar joyas; y valiente como Tíguere al fin, el Tíguere Cinturita se ufanaba-¿se ufana? del número de mujeres entre sus redes amorosas. Su calificativo de “cinturita” le viene de la época en que se usaba la ropa pegada al cuerpo y la corea muy apretada. Exhibicionista, se ocupaba de ejercitarse, y se enorgullecía de su sexo.

EL TIGUERE GALLO, el más genuino de los tigueres, dispuesto siempre a la bronca, a la lucha, a la violencia. El Tigere Gallo inclinado por la bebida, los ejercicios físicos, no era amigo del trabajo “duro”, y para el “todos los trabajos son duros”.

EL TIGUERE RANQUIAO. Sencillamente el Tiguere cinturita o el Tíguere gallo o el Tíguere bimbín que lograba-¿Qué logra?- escalar social y económicamente por encima de los tígueres, esto es, un triunfador. “Ranquiao” le venia del “rating”, de los diez primeros lugares del beisbol.

EL TIGUERE AYANTOSO es hoy por hoy aquel que usa el “ayante”, la adulonería para alagar o “dormir” a la persona que posiblemente será objeto de su engaño. A veces el ayante consiste en hacer creer que “se tiene” o “se es algo” a fin de impresionar.

EL TIGUERE AGUAJERO es aquel que hace aspavientos sin llegar al fondo del asunto, sin demostrar en sí que pretende, que anuncia y que hace. “Hacer un aguaje” es aparentar un acto como si realmente lo hace. Es intentar algo sin propósito real d hacerlo.

Y EL PARIGUAYO… es un individuo en la acera opuesta del tíguere, carente de condiciones mínimas para salir exitosamente de cualquier situación. El Pariguayo es un individuo que constantemente se la lamenta y siempre lev las de perder. Es un hombre “sin carácter” para quien, según las palabras d Dante, es de noche mucho antes de la oración.