martes, 7 de abril de 2020

LA REPUBLICA INMORTAL / SOCRATES SUAZO.


Obra: Busto / Prats Ventós.

A MANERA DE PRESENTACIÓN

Este es un libro de extrema sensibilidad al ponernos en contacto con la vida ejemplar, con una existencia para la cual la patria siempre estuvo en la prominencia de sus responsabilidades y prioridades como progenitor espiritual y material de un espacio nacional con escudo y bandera propios. Perenne en el tiempo como el amor y la virtud.
La República Inmortal de Duarte es una obra que intenta abonar al saldo de una enorme deuda de gratitud con el dominicano de mayor altura en el pedestal del heroísmo y en el trono sublime de los próceres. Y si el agradecimiento es la memoria del corazón, este texto es una digna memoria que recoge de corazón el esfuerzo de instituciones y ciudadanos dominicanos en todo el país.
Estas labores, programas, eventos, presentaciones de teatro y obras pictóricas, fueron hechas por las Fuerzas Armadas y la Fundación Patria Visual, Inc., con superior creatividad y brotaron del alma de quienes saben que es difícil recompensar el sacrificio y el esfuerzo de Juan Pablo Duarte en la formación de una República Dominicana libre, soberana e independiente, llamada a permanecer  renovándose en el tiempo y el espacio.

Obra: El Ideólogo/ Susy Pellerano.

La historia es un juego curioso del destino que permite algunas comparaciones. Es oportuno hacer un parangón con el hecho de que, catorce años antes del nacimiento de Juan Pablo Duarte había llegado al mundo en Francia, el genial escritor Honoré de Balzac, autor de la Comedia Humana, el cual vivió una existencia de amplia producción literaria. Se recuerda que en su funeral estuvieron presentes los máximos representantes de las artes y la intelectualidad francesa. El panegírico fue encargado al ilustre escritor Víctor Hugo, quien con las manos en expresión ceremonial afirmó a partir de ahora los ojos de los hombres volverán a mirar los rostros, no de aquellos que han gobernado, sino de aquellos que han pensado.
De la misma manera, Juan Pablo duarte como pensador fue un visionario creador cuyas frases retumban igual que el eco de la historia en la conciencia de la Nación Dominicana. Por eso doscientos años despeas del nacimiento, los ojos de los hombres han vuelto a mirar su rostro para alimentarse con el néctar divino y reivindicador y de sus ideas libertarias. En ese contexto, la comunidad de prestigiosos artistas plásticos e intelectuales del país dejaron con sus obras de arte exhibidas en estas páginas, su excelsa gratitud con el gran pensador y Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.
Los héroes son la cima donde reside el capital alegórico y simbólico de los pueblos. Los héroes deben ser utilizados potenciando su valor de eterna referencia, como signos patrióticos de las virtudes atribuidas para promover una sana emulación ciudadana. En ese aspecto se ajusta a esta reflexión la legendaria discusión entre los filósofos griegos Heráclito y Parménides; el primero, planteando el cambio permanente de las cosas y el segundo, todo lo contrario, en el sentido de la permanencia y que no existía tal cambio.
Obra: El Corazón de la Patria / Rafael Amable.

Estos dos extremos de pensamiento motivaron años después la intervención de Aristóteles: ambos tiene una razón, hay cosas que si cambian y otras que no porque son permanentes. Esas que no cambian son las esencias de las cosas. Por ejemplo, una acción puede ser inmoral en una época y en la otra no, pero existen aspectos de la moral que son inquebrantables, no cambian en ninguna sociedad. Igualmente, los valores que representan los héroes tienen categorías de eternidad y muchas veces impulsan los cambios. Hemos de tener héroes como Juan Pablo Duarte, porque su existencia responde a una sentida necesidad de la ciudadanía. Es responsabilidad del liderazgo civil y militar, lograr que nuestros héroes sirvan para propósitos educativos y creadores de conciencia y compromiso con los intereses de la nación.
La República Inmortal de Duarte, es una reiteración  de su carácter de perpetuidad. Si las circunstancias históricas la detienen, como cuando fue anexada a España en 1861, la República supo renacer por segunda vez. Resurgió en 1924 de la ocupación norteamericana y lo hará siempre pues es inmortal. No perece en el tiempo. El patrón de lucha de este héroe superior, debe ser utilizado para hacer que los dominicanos y dominicanas seamos, a imitación de Juan Pablo Duarte: disciplinados, cultos, desprendidos de lo simplemente material, solidarios, responsables, y tenaces. Más creativos y laboriosos, más fieles a la palabra y más obedientes a la ley.
La portada de este libro, como la apertura de una sinfonía, es un busto a Duarte lleno de resonancias épicas y líneas estéticas, que brotan de la materia solida esculpida con arte y con pleno dominio del cincel, por el maestro escultor Antonio Prats Ventós, quien puso de manifiesto el potencial de su fuerza inspiradora al lograr una obra de eminente perfección. El trabajo escultórico despierta vigorosas emociones porque presenta una de las primeras imágenes del Padre de la Patria en su condición de soldado y General de los Ejércitos de la República.

 Obra:Sueños de Libertad / Marcial Báez.


Al abrir el texto sentimos una fuerte conmoción, contemplando el óleo de 1892, de una gloria de la plástica, Abelardo Rodríguez Urdaneta. La obra emblemática esta consagrada por su alto valor artístico. En otras páginas se presentan trabajos de maestros de la pintura dominicana del siglo XX, como Alberto Bass, Cuquito Peña, Aquiles Azar, Nidia Sierra, Yoryi Morel, Rafael Amable, Sussy Pellerano, Virgilio García, Pedro Céspedes, Ramiro Matos González, José Ramón Rotellini.
También distinguen estas hojas memorables, los cuadros pictóricos de los artistas de las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado:
Pascal Maccariello, Modesto Peguero, Ariadna Canaan, Marcial Báez, Cesar Campillo Suazo, Milagros arias, Isa de Peña, Persio Checo, Santos Checo y la recreación de Wyrbel Familia, plantada como galería permanente en 33 ciudades del país. Enhorabuena.






lunes, 6 de abril de 2020

DE BANI / ISMAEL HERRAIZ



Baní, región íntegramente poblada por un grupo de familias de origen canario, nos ofrece un testimonio de lo que sería la sociedad dominicana si desde 1809 se hubiera seguido respecto de la población blanca del país una política semejante a la que en 1563 se inauguró para conservar en su mayor pureza la población indígena. El núcleo constituido por la sociedad banileja es la flor de la República. Somáticamente, es la zona menos mezclada del país y, tanto en la ciudad como en los campos vecinos, se conserva intacta la tradición castellana. Todas las virtudes de la raza se hallan allí reunidas como en un torneo en que participan desde las prendas del carácter hasta los atributos excelsos de la inteligencia. Las mujeres más hermosas del país alternan en aquella región privilegiada con los hombres que mejor representan el espíritu de hidalguía que sobrevive en Santo domingo como una herencia de la Edad de Oro de la colonia. Sobre un medio geográfico adverso, sobre una sabana inhóspita y casi pedregosa, la industria del hombre ha creado un emporio de riqueza y ha engrandecido la cadena de progreso multiplicando sin interrupción los frutos de la actividad privada. El heroísmo de la acción, la grandeza casi épica que asume allí el trabajo, no impide que se manifieste en esta comarca una poesía más recóndita y más dulce, que encuentra su más acabada  expresión en la armonía del hogar y en la sencillez de las costumbres semipatriarcales. La sociedad de Baní representa también, mejor que la de ninguna otra comarca del país, la evolución del carácter nacional hacia las formas más altas y más puras de la vida civilizada. Es ésta la región de la Republica donde el hombre tiene una conciencia más clara de su deber, donde la raza tiene un mejor sentido de sus capacidades, donde el pueblo posee una noción más firme de su cultura y el ciudadano una idea más orgullosa y más nítida de su dignidad.