miércoles, 24 de febrero de 2021

ESTRUCTURA FISICA DE LAL ISLA DE SANTO DOMINGO / WILLY LEGWELLER.

 


Los Caracteres morfológicos de las Antillas son un caso único pues casi todos sus relieves altos y bajos están en forma de arcos, la mayoría de los cuales son convexos hacia el norte, con excepción de la isla de santo domingo y algunas islas más al Este que tienen tendencias convexas hacia el Sur.

Estas combaduras se ven en las estructuras físicas de las Antillas tanto en sus sierras y se sus cordilleras como en las fosas submarinas cerca de ellas, como la Fosa de Bartlett, y la agrupación misa de estas islas también está en forma de arcos.

El eje central de las Antillas es el núcleo montañoso de la República Dominicana, que se prolonga hacia el este hasta Higuey y hacia el Oeste hasta la vecina República de Haití.

Este espinazo rocoso, llamado aquí Cordillera Central, se denomina en Haití Macizo del Norte y Cadena de San Nicolás, principia en las costas orientales de Higuey con colinas bajas., aumentándose gradualmente su altura hasta llegar al Pico Trujillo (Hoy Duarte), y perdiendo elevación poco a poco en su extensión hacia el este.

La Cordillera Central tiene una sólida estructura varias ramificaciones hacia el Sur; la de Sierra Prieta que llega casi a Villa Mella en el Distrito de Santo domingo; el martillo rocoso que reata en la común de San Cristóbal con el Monte Resoli; y la hilera de lomas y montañas que llegan hasta la desembocadura del rio Ocoa en la bahía del mismo nombre. Pero la  prolongación más importante de la cordillera central hacia el sur está en el empate con la sierra de Neyba que se efectúa por la Montaña Negra en territorio de Haití.

Al pie de la sierra de Neyba está la Cuenca del Lago Enriquillo, y paralelamente a ella se alza  otra cordillera, la de Bahoruco. Este sistema montañoso se prolonga también hacia el oeste hasta  el Cabo Tiburón en el Canal de los Vientos.

La Sierra de Neyba tiene hacia el Este una prolongación de lomas, en forma de martillo, que se llama la Sierra de Martín García, y que se extiende desde el cauce del Río Yaque del Sur hasta Punta de Mart n García, entre Bahía de Ocoa.

Al Norte de la isla, paralelamente a la Cordillera Central y separada de ella por el fértil valle del Cibao, está la Cordillera Septentrional. Esta arruga de la corteza terrestre principia en el Morro de Monte Cristi y termina en Samaná.

Ninguna de estas tres cordilleras tiene aspecto uniforme, por el contrario; tienen siluetas sumamente dentadas y accidentadas. Entre estas cadenas montañosas hay valles profundos y picos abruptos, seguidos de sistemas secundarios de lomas y colina más o menos altas.

Una estructura orográfica, si es tan montañosa como la de aquí, tiene que tener por Ley Natural todas las ventajas de un perfecto sistema hidrográfico. La República Dominicana goza en efecto de una maravillosa distribución de aguas naturales, con excepción de dos regiones, una en Monte Cristi y la otra en las provincias de Azua y Barahona, donde las aguas naturales se pierden por filtración y también por evaporación.

Estudios Mineralógicos en la República Dominicana. Willy Legweller. 1949. Sociedad Dominicana de Bibliófilos Inc. 1981.


UNA MIRADA AL PRESENTE . 1991. / Marcial Báez

 


 “¿De dónde vienes? ¿Cuánto tiempo permaneces aquí abajo?¿Para hacer qué? ¿Los tilos exhalan un aroma inmortal”. Ina Seidel.

 Al paso de los días la sumatoria de los problemas que aquejan a la sociedad en que vivimos se va haciendo incontable, la presión aumenta y los que conforman la mayoría, van cambiando su existencia hacia la difícil trayectoria de la crisis, convertida en una vivencia del siglo XVIII o más atrás.

 Retornamos al uso de las planchas de carbón, lámparas de gas, tinacos y muy pronto a los animales de carga,  si permitimos que la telaraña de unos pocos nos haga olvidar lo que somos y lo que nos corresponde.

 Adentrarnos en lo que nos hará tomar una real conciencia de las cosas, de los semejantes ¿y por qué no? Demostrar la capacidad de ser algo más que simples gobernados.

 Sin olvidar el agravante que nos traga, detenemos a descubrir el enigma de Georgios Seferis: “¿Dónde recoger los mil pedazos del ser humano?”, para determinar a partir de la decisión que nos permitirá llegar más allá de lo palpable.

 Descorrer el velo de la ignorancia a una realidad que nos muestra sin pérdida de tiempo, el canalizar nuestros sentimientos edificando una personalidad basamentada en la unidad del esfuerzo común.

 Entender que la vida se desliza siguiendo el recuento de lo presente; que preguntarse el porqué de lo que representamos es ganancia de energía; enfrentar la situación es desdoblarse a la satisfacción de saber dόnde nos encontramos y para qué.

 Descubrir cada una de las cualidades componentes, dispersas en los demás, es suficiente para tomar la vía exitosa hacia el fin determinado.

 La oportunidad al desarrollo del despertar interno cuesta, el momento actual es el propio. Están ganando terreno e indiscutiblemente nuestro. Desde el inicio de la historia han usufructuado el Poder hasta disgregarlo y todavía hoy, repartirlo como los pétalos de la margarita...

 Ya es hora. ¡Despertemos! La necesidad de acción nos espera, en esta oportunidad el arma que dará en el clavo es el conocimiento humano, el cual debemos multiplicar y diseminar como la Trinitaria de los tiempos modernos, lo científico debe tener un espacio especial en este proceso de socialización actualizada, el resultado nos dará la razón.

 Aprenderemos a vivir... la igualdad será el estandarte, cada quien desempeñará el papel que le corresponda (ni más, ni menos), recogeremos el fruto al vencer lo primitivo, moldeando los impulsos naturales, filtrando actividades positivas que en definitiva nos harán sentir más humanos y comprenderemos que la integración es necesaria para minimizar la fuerza de los que apelando a los sorprendentes cambios nos quieren mantener sometidos en esta tierra de Dios?...República Dominicana.

* El Sol. Santo Domingo, R. D., Viernes 18 de octubre de 1991. Págs. 6 y 7.

 


martes, 23 de febrero de 2021

LOS DOMINICANOS (1870). RAMON GONZALEZ TABLAS.

 



Fragmento.

El dominicano campesino, que compone como las nueve décimas parte de la población, goza de una vida holgada, merced a su frugalidad nunca bien ponderada y a su país feraz hasta lo portentoso. Alegre y satisfecho en un tosco bohío, en medio de un bosque, cultiva únicamente unas pocas varas en cuadro de terreno, dejando baldío lo muchísimo más que a su disposición tiene. En aquella al parecer miserable posesión que se llama conuco, encuentra cuanto necesita para cubrir todas las atenciones domésticas. Si al   cabeza de una numerosa familia se le ve siempre descalzo y mal pergeñado, no hay por eso que juzgarle pobre, y mucho menos desdichado. Nada necesita, porque el da en que entrevea una nueva necesidad, roturara cuatro varas más de su campiña y quedara satisfecho.

Gustan aquellos indígenas de vivir con sus parientes en lo más recóndito de los montes, cuya costumbre será quizás importada de la costa de África, o tal vez adquirida por el aborrecimiento a las continuas guerras y trastornos políticos por lo que ha pasado el país.

A pesar de esta vida solitaria y que podría llamarse montaraz, el campesino dominicano es dulce afable, manso y hospitalario; usa siempre de un lenguaje afectuoso y cotes con todos los desconocidos forasteros que llegan a su albergue, aunque jamás los haya visto, aunque crea que jamás los volverá a ver.

Han referido españoles muy veraces, que tuvieron necesidad de viajar solos por el interior de la isla, aun por los sititos mas agrestes, en el interregno desde la anexión hasta la revolución, que jamás llevaron temor de ser vejados, y que cuando tuvieron que pedir hospitalidad por un noche, siempre habían sido recibidos con suma consideración, aunque fueran los dueños de la vivienda de aquellos que jamás iban a las poblaciones, ni sabían nada de lo que pasaba por el resto dl mundo.

Por esa afición al asilamiento, hay pocos pueblos en la parte española y sobe todo muy poco numerosos.

Los dominicanos habitantes de ciudades o villas difieren poco en lo general de los campesinos. Visten mas decentemente, y siendo un poco más ilustrados, son más sagaces y de más peligroso trato; pues parece que todo lo que ganan en luces lo emplean en doblez y falsía.

Esta gente de villas y ciudades son los únicos que se ocupan de política, pues los del campo van siempre ciegamente donde los llevan los jefes de las conspiraciones y van comúnmente engañados y contra su voluntad; pero la organización de la republica obligaba a todo ciudadano a ser soldado, tenía que empuñar el fusil cuando la patria le llamase, y siempre los motines se hacían a nombre de la pobre patria, que con ellos quedaba cada vez peor parada.

A los dominicanos hay que considerarlos en casi continua guerra, desde que se hicieron independientes de Haití, y poco puede decirse de su organización social sin que tropecemos con la militar. Con respecto a esta, no tenían ejército permanente; todos los ciudadanos formaban agrupaciones a semejanza de nuestros batallones de las antiguas milicias provinciales; todos abandonaban sus familias y labores para ingresar al ejército, siempre que la independencia se hallaba amenazada por las invasiones, casi periódicas, de los haitianos, o lo reclamaba el orden interior; y al regresar al seno de sus familias, de sus de disueltos los cuerpos a que pertenecían, en más de una ocasión hallaban su número disminuido por la muerte y perdido el fruto de muchos días de trabajo por falta de brazos que se empleasen en su cuidado.

Montado el servicio militar por el sistema, ya se comprenderá que semejantes tropas de pésimas condiciones. Sin otra instrucción que sabe malamente cargar y disparar; sin otro armamento  que el que cada cual puede facilitarse, a excepción de algún otro caso muy raro, en que el gobierno podía repetir para muchos miles de hombres, algunos cientos de fusiles que regularmenete sirvieron a otras naciones, y fueron desechados por inútiles. El soldado de dominicano no conoce el uniforme, se presenta como estaba en sus tareas, que generalmente es destrozado, descalzo y por todo morrión un mal pañuelo atado a la cabeza. Mucho menos conoce el uso del correaje ni de la mochila; gata una especie de esportilla, que llama macuto, que con una cuerda a modo de asa, cuelga del hombro izquierdo. En aquella esencie de zurrón o morral, lleva todo su ajuar de campaña; el tabaco, la carne, los plátanos, alguna prenda de ropa, si por casualidad tiene, y los cartuchos; todo va allí revuelto.

Los jefes dominicanos, son por lo general personas de valor muy acreditado en sus guerras y discordias civiles. La cualidad más relevante en el país es el valor. Queda más orgulloso un individuo a quien se hace el elogio de decirle que es hombre de machete, que si se celebrase por cualquier otra cualidad.

 

Historia de la Dominación y Última Guerra de España en Santo Domingo. / Dr. Ramón González Tablas. 1870. Capitulo III. Los Dominicanos. Pág. 37. Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. 1974.