Fragmento.
Raras veces es un genio financiero o comercial. Le interesará publicar un
diario económicamente próspero y financieramente independiente, pero su móvil principal
en el negocio periodístico no es ganar dinero. Su interés primario radica en
producir el mejor diario posible y en realizar un servicio de bien público.
Comprende que el éxito financiero es secuela natural de lo primero. Puede
contratar a todos los expertos en el oficio que necesite, como generalmente lo
hace.
Es un gran juez del carácter y de la naturaleza humana, tiene habilidad
innata para elegir como colaboradores a hombres que comparten sus ideales
periodísticos. No quiere gente obsecuente, ni la toleraría en su redacción. Por
el contrario, espera que sus propias decisiones y opiniones sean pesadas con
justicia en la balanza por sus colaboradores y que se plantee directamente
cualquier discrepancia. Honra y respeta los criterios de sus jefes de sección,
y no poca veces la persuasión de estos o hace rectar sus propios juicios y es,
por lo tanto, honrado y respetado por quienes trabajan con él. No es un
“dictador” de su política, sino un verdadero conductor.
¿En qué consisten sus ideales periodísticos? Cree que el diario tiene que
ser honesto y justo en la presentación de las noticias. Su credo es
publicitarlas “sin temor ni favoritismo”. Esto requiere valentía para ignorar
las demandas de los “intereses especiales”, de todo tipo, de que se les brinda
un tratamiento especial en las columnas informativas. Exige valentía para
emprender campañas-o cruzadas, si se las quiere llamar así- en pro del buen
gobierno en todas las esferas, contra la codicia y la corrupción donde quiera
que aparezcan. Los intereses del pueblo son los de él, y se levanta en defensa
de su causa, aun cuando el pueblo no comprenda en general que actúa en
beneficio de este.
No teme pronunciarse editorialmente sobre los problemas públicos. Además,
no abraza una opinión por el solo hecho de que sea popular. Es directo en sus
comentarios y expresiones, y, aunque no se esté de acuerdo con todo lo que él
diga, se sabe sin lugar a dudas cuál es su posición.
Si él o su diario han incurrido en un error de juicio o de hecho, este
hombre no se avergüenza de admitirlo y rectificarlo. No está convencido de que
su juicio sea infalible; no se cree omnisciente.
Ante todo, es un celoso guardián de la prensa libre. Entiende que la
garantía de libertad de prensa incluida en la Declaración de Derechos no ha
sido escrita para proteger a los pocos que poseen o editan diarios. Tiene plena
conciencia del hecho de que la libertad de prensa pertenece al pueblo, de que
él y su diario son sus custodios y protectores, y de que es responsable de su
administración ante el público, ante sus lectores.
La prensa libre es la piedra fundamental de toda libertad; sin ella no
habría libertad. Un ben director o editor tiene el deber y la sensibilidad de
salvaguardar la libertad de todos los ciudadanos, de servir de fortaleza frente
a todos los embates contra esa libertad. En nuestra democracia su código es
proporcionar al pueblo todos los hechos que le permitan adoptar sus propias
decisiones y proceder en su propio interés.
ARTE Y SENTIDO DEL PERIODISMO. E.D.COBLENZ. 1954. Ediciones Troquel 1966. Pág.,
145.
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