lunes, 5 de abril de 2021

RETRATO DE UN PERIODISTA / Robert Brown.

 



Fragmento.

Raras veces es un genio financiero o comercial. Le interesará publicar un diario económicamente próspero y financieramente independiente, pero su móvil principal en el negocio periodístico no es ganar dinero. Su interés primario radica en producir el mejor diario posible y en realizar un servicio de bien público. Comprende que el éxito financiero es secuela natural de lo primero. Puede contratar a todos los expertos en el oficio que necesite, como generalmente lo hace.

Es un gran juez del carácter y de la naturaleza humana, tiene habilidad innata para elegir como colaboradores a hombres que comparten sus ideales periodísticos. No quiere gente obsecuente, ni la toleraría en su redacción. Por el contrario, espera que sus propias decisiones y opiniones sean pesadas con justicia en la balanza por sus colaboradores y que se plantee directamente cualquier discrepancia. Honra y respeta los criterios de sus jefes de sección, y no poca veces la persuasión de estos o hace rectar sus propios juicios y es, por lo tanto, honrado y respetado por quienes trabajan con él. No es un “dictador” de su política, sino un verdadero conductor.

¿En qué consisten sus ideales periodísticos? Cree que el diario tiene que ser honesto y justo en la presentación de las noticias. Su credo es publicitarlas “sin temor ni favoritismo”. Esto requiere valentía para ignorar las demandas de los “intereses especiales”, de todo tipo, de que se les brinda un tratamiento especial en las columnas informativas. Exige valentía para emprender campañas-o cruzadas, si se las quiere llamar así- en pro del buen gobierno en todas las esferas, contra la codicia y la corrupción donde quiera que aparezcan. Los intereses del pueblo son los de él, y se levanta en defensa de su causa, aun cuando el pueblo no comprenda en general que actúa en beneficio de este.

No teme pronunciarse editorialmente sobre los problemas públicos. Además, no abraza una opinión por el solo hecho de que sea popular. Es directo en sus comentarios y expresiones, y, aunque no se esté de acuerdo con todo lo que él diga, se sabe sin lugar a dudas cuál es su posición.

Si él o su diario han incurrido en un error de juicio o de hecho, este hombre no se avergüenza de admitirlo y rectificarlo. No está convencido de que su juicio sea infalible; no se cree omnisciente.

Ante todo, es un celoso guardián de la prensa libre. Entiende que la garantía de libertad de prensa incluida en la Declaración de Derechos no ha sido escrita para proteger a los pocos que poseen o editan diarios. Tiene plena conciencia del hecho de que la libertad de prensa pertenece al pueblo, de que él y su diario son sus custodios y protectores, y de que es responsable de su administración ante el público, ante sus lectores.

La prensa libre es la piedra fundamental de toda libertad; sin ella no habría libertad. Un ben director o editor tiene el deber y la sensibilidad de salvaguardar la libertad de todos los ciudadanos, de servir de fortaleza frente a todos los embates contra esa libertad. En nuestra democracia su código es proporcionar al pueblo todos los hechos que le permitan adoptar sus propias decisiones y proceder en su propio interés.

ARTE Y SENTIDO DEL PERIODISMO. E.D.COBLENZ. 1954. Ediciones Troquel 1966. Pág., 145.

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