miércoles, 21 de abril de 2021

HAGAMOS DE LA LECTURA UN HÁBITO / Marcial Báez



Al terminar la lectura de los libros: “Invitación a la lectura” de Camila Henríquez Ureña”  y “ El deseo de leer” de Ronald E. Backer y Robert Escarpt sentí la necesidad de trasmitirles  algunas consideraciones, las cuales deberían ser impartidas dentro de una política educativa  más activa en este sentido; ya que “ el lugar asignado a la lectura en el seno de una sociedad, el papel que puede y debe jugar en esta, dependen ante todo de las estructuras de dicha sociedad y de las instituciones que la reflejan. El libro no es un extraño más que en la media en que algunas personas son extrañas para otras”.

 Existen varios obstáculos y Camila Henríquez nos lo cita: “ El primero es la ignorancia, que consiste más bien en saber mal que en no saber, manifestándose en la confusión del goce estético con la diversión porque esta actitud mantiene al lector en un bajo nivel de placer vulgar y le impide progresar. En  querer leer solamente cosas fáciles, sencillas, en lugar de literatura que sea compleja y exija  madurez mental, la falta de imaginación. Se busca siempre la misma clase de emoción, y toda nueva experiencia se rechaza.” Más adelante  nos dice el proceso que debe seguir una buena lectura.

 “El buen lector aspira a comprender. Para lograrlo deja a un lado, al empezar, sus opiniones y perjuicios y trata de seguir al autor cuya obra lee; no de dictarle lo que debe decir, sino de identificarse con el libro. Si por el contrario, el lector resiste, se enfrenta a el haciendo reservas mentales y en actitud de critica destructiva al empezar, no sacará provecho alguno de lo que lee. Si abre su mente lo más posible, los matices y los detalles que por ser muy finos le podrían pasar inadvertidos, lo llevara poco a poco a sentir la esencia de un vivir humano que no será igual a ningún otro, y comenzara a darse cuenta de lo que el autor está tratando de decirle”.

 Mientras que Baker y Scarpt expresan que: “El verdadero problema de la no lectura se sitúa pues, a nivel de los adultos y en particular, a nivel de loas adultos jóvenes que son más vulnerables que otros a recaer en el “ analfabetismo técnico”, consecuencia de la falta de practica de la lectura. Este es por demás, fenómeno muy generalizado. Los hábitos culturales de la infancia y de la adolescencia encuadrados en los sistemas de enseñanza quedan interrumpidos brutalmente al finalizar la etapa de escolaridad y, debido a una falta de estímulo, son a menudo abandonados. La no lectura es un aspecto, entre otros muchos, de las dificultades de inserción social con las que se encuentran el joven adulto y, bien es una  de las más acuciantes, no puede ser considerada mas que en el cuadro de conjunto de las condiciones de existencia”.

 Continúa diciendo que: “ La fragilidad  de los hábitos de lectura tiene, de hecho, causas mas lejanas que se remontan a la infancia preescolar. Probablemente, es durante esa etapa de la vida cuando nacen las actitudes fundamentales para con el libro. Tal como a menudo se ha demostrado, el niño que traba conocimiento con el libro en los inicios de su vida escolar, tiene y tendencia a asociar la práctica de la lectura con el mundo de la escuela, sobre todo si no la encuentra en su ambiente familiar. Si los años de escuela han resultado difíciles o poco satisfactorios al niño, esto puede tener por consecuencia un hastío por la lectura, hastío que acabara traduciéndose por un abandono total de esta en cuanto haya del niño antes de la edad escolar y se inserte a partir de ese momento tanto en sus juegos como en sus actividades cotidianas”.

 Se han señalado algunos motivos básicos en el hábito de la lectura, por ejemplo: Para adquirir información, medio de distracción, confirmar creencias, compartir experiencias, imitar a los demás y como aventura imaginaria. Observando éstos, nos damos cuenta que la lectura es una de las formas más amplias de la recreación humana, por cuanto deberíamos  hacer de la misma un hábito;  ya que nos proporciona la libertad a través del conocimiento de lo leído; permitiéndonos conocer el pasado, nuestras raíces y ser más creativos en el presente para continuar construyendo el futuro,  con menos errores y más aciertos.

 

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