CITA:
La epidemia del revόlver duro mucho tiempo, agravándose cada vez más,
por obra de los haitianos, con el doble objeto del negocio y de la política de
perturbación de la vida dominicana, a fin de avanzar cada vez más en sus depredaciones.
El periódico La Voz de Santiago, No.
67, del 3 de julio de 1881, enumeraba al revólver entre las principales
calamidades de aquellos días:
¨Los revólveres, la peor de todas las calamidades, se venden en esta ciudad
al precio ínfimo de cinco pesos, y se dan de ñapa cien cápsulas al
que los compra¨.
Como los revólveres no sirven sino para matar gente, parece que los haitianos,
han declarado libre de derecho esa mercancía, siempre que su introducción sea
con ánimo de exportarla para la Partie
de LʹEst…¨.
La venta de revólveres se anunciaba mezclándolos, como cosa corriente,
entre los objetos de fantasía o de uso diario. E el anuncio de la Casa de José
A. López Villanueva, de Puerto Plata, publicado en El Porvenir, de 1 de febrero
de 1874, dice sin alterar el orden de los efectos: ¨… esencias, Pomadas, Jabόn y
Aceite de la acreditada fabrica Lubin, Revólveres de 12, 9, 7 y 5 milímetros,
moderno sistema, Carabinas de caza Mariette cuatro sistemas diferentes, Cajas
de cubiertos Cristofe, Capsulas, Cuerdas de guitarra…¨.
El afrentoso uso, casi generalizado, del revólver, existió en el país hasta
los comienzos dela Ocupación Militar Norteamericana, en 1916. Refería el
santiagués Vicente Tolentino Rojas que un dominicano, en Alemania, llegό a una
tienda de armas en busca de un rifle: , dijo, señalando uno de los que se usan
en las ccaerías de África. El sorprendido vendedor, que ya sabía la procedencia
del comprador, inquirió: ¨Y en su país hay fieras?¨ * Si, le respondió el dominicano:
allá hay unas fieras llamadas bolos y
coluos¨. Algún da habrá de escribirse la divertida y a la ve trágica
historia del revolver en Santo Domingo.
La epidemia del revόlver duro mucho tiempo, agravándose cada vez más, por obra de los haitianos, con el doble objeto del negocio y de la política de perturbación de la vida dominicana, a fin de avanzar cada vez más en sus depredaciones. El periódico La Voz de Santiago, No. 67, del 3 de julio de 1881, enumeraba al revólver entre las principales calamidades de aquellos días:
¨Los revólveres, la peor de todas las calamidades, se venden en esta ciudad
al precio ínfimo de cinco pesos, y se dan de ñapa cien cápsulas al
que los compra¨.
Como los revólveres no sirven sino para matar gente, parece que los haitianos,
han declarado libre de derecho esa mercancía, siempre que su introducción sea
con ánimo de exportarla para la Partie
de LʹEst…¨.
La venta de revólveres se anunciaba mezclándolos, como cosa corriente,
entre los objetos de fantasía o de uso diario. E el anuncio de la Casa de José
A. López Villanueva, de Puerto Plata, publicado en El Porvenir, de 1 de febrero
de 1874, dice sin alterar el orden de los efectos: ¨… esencias, Pomadas, Jabόn y
Aceite de la acreditada fabrica Lubin, Revólveres de 12, 9, 7 y 5 milímetros,
moderno sistema, Carabinas de caza Mariette cuatro sistemas diferentes, Cajas
de cubiertos Cristofe, Capsulas, Cuerdas de guitarra…¨.
El afrentoso uso, casi generalizado, del revólver, existió en el país hasta
los comienzos dela Ocupación Militar Norteamericana, en 1916. Refería el
santiagués Vicente Tolentino Rojas que un dominicano, en Alemania, llegό a una
tienda de armas en busca de un rifle: , dijo, señalando uno de los que se usan
en las cacerías de África. El sorprendido vendedor, que ya sabía la procedencia
del comprador, inquirió: ?¨Y en su país hay fieras?¨ * Si, le respondió el dominicano:
allá hay unas fieras llamadas bolos y
coluos¨. Algún da habrá de escribirse la divertida y a la ve trágica
historia del revolver en Santo Domingo.
ESCRITOS. A nuestros amigos de los campos.Pág.161. Ulises Francisco Espaillat. Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. 1981.
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