COLOQUIO. Suplemento
Cultural. Sábado 23 de marzo de 1991. No 104.
Así como una poética de
la escritura es decir, unos fundamentos estéticos que dan cuenta del quehacer
literario, hay paralelamente una teoría o reflexión sobre la escritura y una crítica
que examina e interpreta la obra literaria, aunque las diferentes maneras de
interpretación y lecturas desemboquen en abordajes diversos.
Estamos viviendo e el
país un momento especial de búsquedas y cuestionamientos, lo cual es natural
cuando acontecen hechos que fuerzan al replanteo de posiciones y actitudes
frente a los fenómenos naturales. Cada generación se plantea nuevas
interrogantes y por ende si no inventa nuevos odres tendrá que reasumir los
viejos para degustar el nuevo vino, aunque el vino nuevo en odres viejos tiene,
como dice Pedro Conde, un sabor especial.
Algunas propuestas poéticas,
lejos de intentar, pueden generar confusiones ya que las extravagancias
estéticas o conceptuales desorientan el rumbo y desvirtúan el cauce natural de
la creación. Una nueva propuesta (poética, teórica o crítica) ha de estar
fundada en principios estéticos afines a la naturaleza artística y debe partir
de una indagación epistemológica seria, sin alarde de erudición.
La historia literaria
tiene su propia dialéctica, y las polémicas, si no desbordan el marco
disciplinario, son saludables y enriquecedoras, como lo demuestra la siempre
actualizada disputa entre tradición y renovación.
El último coloquio
celebrado por la Asociación Dominicana de Críticos Literarios puso de
manifiesto que tenemos que seguir explorando, ahondando y definiendo nociones
fundamentales para el discurrir crítico, por lo cual será necesario convocar a
nuevos foros sobre diversas cuestiones literarias. No hay grupo, tendencias o
movimiento que prosperen si no cuentan con el resoplado de una base poética,
teórica y critica que fundamente su quehacer creador.
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