domingo, 23 de febrero de 2014

PALABRAS CENTRALES DE LA PRESENTACION DE OBRAS LITERARIAS 2014.IPL.


Por Marcial Báez

Para mí es un privilegio participar en esta original puesta en circulación de “Obras Literarias” su  trabajo de práctica en literatura, que en esta edición tiene el lema de “Pensamientos con tinta imborrable”, constituyéndose en un importante herramienta de estudio y dedicación,  al observar el alto nivel de diseño e impresión de los libros presentados y cuya realización les permitirá desarrollar actitudes que aplicarán tanto en el quehacer personal como profesional.

Agradecer a los organizadores del evento en la persona del Lic. Pedro Hernández, Director del Bachillerato Técnico por permitirme compartir con ustedes, mis inicios en el campo de la literatura esperando que esta bibliografía les motive a leer algunos de los libros y autores citados “y hacer de la lectura, factor capital del progreso de la cultura universal un hábito cotidiano”.

En mi adolescencia  a través de mis primos mayores me abracé a la lectura con las novelitas de vaquero de Marcial La Fuente Estefanía. Para que tengan una idea de las mismas y el por qué de mi entusiasmo le citaré un pequeño fragmento de un periodista español que leí en internet: “Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que del bolsillo del pantalón de los hombres asomaba una novelita, no un móvil, o reproductor de música o una consola portátil. Hubo una serie de creadores españoles, que con su imaginación fueron capaces de escribir una novela a la semana, creando un legado poco conocido para el público literario, pero venerado por millones de seguidores en todo el mundo. 

¿Y a qué se debía semejante éxito? Pues a seguir la máxima siguiente: escribir para que la gente se divierta. Las novelitas eran muy amenas, prescindían de las largas descripciones y con unos brillantes diálogos, una acción disparada y llenas de los tópicos del cine del oeste: tipos duros, desafíos, disparos, atracadores de bancos, cazadores de recompensas, pistoleros, vaqueros, el salón con el piano y las prostitutas, los sheriffs, los indios, los caballos salvajes, las caravanas de ganado, etc. Todo esto cabía en pequeñas novelas de 15 cm, tamaño perfecto para llevarlas en el bolsillo del pantalón. Los primeros escritores se inspiraron en el teatro clásico español del Siglo de Oro, sustituyendo los personajes del XVII por los arquetipos representativos del salvaje Oeste americano. 

La novela del oeste, que leían nuestros abuelos (nosotros preferíamos ver las películas), constaba de unas 100 páginas de impresión barata y muy característica, muy semejantes a las novelas de género pulp norteamericano; se escribía y publicaba una por semana y se vendían a cinco pesetas cada una. Normalmente se podían devolver al quiosquero, y adquirir otra a menor precio.”

Los paquitos de personajes fantásticos como Supermán, La mujer maravilla, El Fantasma, El llanero solitario y los de Vidas Ilustres también formaron parte de mi selección  de lectura, los calendarios Bristol, y cuando no tenía que leer, optaba por algunas novelas de Corín Tellado que se publicaban en la revista Vanidades, gracias a que mi tía madrina Mercedes Concha las coleccionaba por aquello de la moda. Por cierto que era una lectura monotemática, el final era el mismo en todas, la joven pobre “Insoportablemente  bella” se casaba siempre con el joven “sumamente” rico.

El encuentro con las obras clásicas fue algo totalmente diferente, la imaginación se desbordó, lo real y lo imaginario confluían  y el deseo de leer fue más intenso, siempre le estaré agradecido a ese vecino que valoró mi interés por la lectura y me suministraba libros como Los Tres Mosqueteros (Alexandre Dumas), La Madre (Máximo Gorki), Los Miserables (Víctor Hugo) etc. En este momento decido organizar mi biblioteca y adquiero la enciclopedia de “Los Clásicos”, que contiene una variedad de autores y antologías impresionantes (Vasari, Shakespeare, Rosseau, Platón, Aristóteles Tirso de Molina…), las grandes novelas de amor: María (Jorge Isaac), La Amante de lady Chaterly (D.H.Lawrence), Jean Eyre (Charlotte Bronte) Justine (Lawrence Durcel) y obras como Don Quijote de la Mancha (Miguel Cervantes y Saavedra), Sidharta (Herman Hesse), La comedia humana (Honore de Balzac), La Metamorfosis (Frank Kafka), El Principito (Antoine de Saint-Exupery), Orlando (Virginia Wolf), La Guerra y la Paz (León Tolsoti), La Romana (Alberto Moravia), En busca del tiempo perdido (Marcel Proust), Hojas de Hierba (Walt Whitman), El Retrato de Dorian Gray (Osar Wilde), La nausea (Jean Paul Sartre), Desciende Moises ( William Faulkner) no podían faltar  los latinoamericanos de la época, Los Premios (Julio Cortázar), Cien años de soledad (Gabriel García Márquez), El libro de los abrazos (Mario Benedetti), Memorial de Isla negra (Pablo Neruda), Conversación en la Catedral (Mario Vargas Llosa), El Túnel (Antonio Sábato). Por último, los  autores dominicanos: Enriquillo (Manuel de Jesús Galván), Baní Engracia y Antoñita (Francisco Gregorio Billini), Over (Marrero Aristy) Cuentos escritos en el exilio (Juan Bosch), El Cristo de la Libertad (Joaquín Balaguer), Una escalera para Electra (Aida Cartagena Portalatín) y los sancristobalenses La Sangre (Tulio Cesteros),  Soliloquio de una madre (Sócrates Barinas Coiscou) y El silencio del Caracol (Diógenes Valdez / Premio Nacional de Literatura 2005), cuya amistad me estimuló a entrar de lleno en el mundo de la creatividad literaria a partir de la lectura de sus obras, formando parte del círculo exclusivo de sus lectores, a los cuales le suministraba sus trabajos más recientes antes de enviarlos a publicar o a concursar.

Los primeros libros que ilustré fueron de Diógenes Valdez “La Telaraña”, “Todo Puede Suceder un día” (Premio Nacional de José Ramón López 1982) y “Los Tiempos Revocables” (Premio Siboney de Literatura 1983); con los mimos adquirí la destreza de la ilustración pura, extraer las imágenes de los textos determinando la primera impresión visual de la obra… su portada.

Después de toda esta experiencia decidí escribir versos, los cuales fluían a partir de mis vivencias diarias, de mis emociones y de hacer mías la de otros en una proyección de desdoblamientos sentidos… y nació en mi… momento a momento… día a día…  la poesía por siempre.

Los métodos utilizados para elegir una obra era:   de las citas de las  lecturas de otras obras, de la lista de los libros favoritos de un autor famoso por ejemplo, la de Mario Vargas Llosa: El corazón de las tinieblas(1902), Josep Conrad, El Gran Gatsby (1925), Francis Scott Fiztgerald, La Señora Dalloway (1925), Virginia Woolf, Trópico de Cáncer (1934), Henry Miller, Auto de fe (1936), Elias Canetti, Lolita (1955), Vladímir Nabokov, El Doctor Zhivago (1957), Boris Pasternak, El Gatopardo (1957), Giuseppe Tomasi de Lampedusa, Opiniones de un payaso (1963), Heinrich Böl, de artículos escritos por literatos consagrados; recuerdo que conocí la obra de “Sinuhé el Egipcio” de Mika Waltari por un escrito de la autoría del profesor Juan Bosch; eso sí tenía siempre conmigo, un diccionario como compañero de lectura.
Antes de terminar quisiera expresarles que hay un libro muy especial, y que debe estar no sólo en nuestra biblioteca, sino en nuestras vidas; primero lo leí como una obra literaria y después con el sentimiento de la fe. Para mí el más completo, sumatoria de literal del ser humano, síntesis de emociones, pleno de verdad y poesía… La Biblia.

Como ven el camino literario recorrido está basamentado en una fructífera lectura desde la antigüedad hasta nuestros días, tener presente que como expresan Ronlad Barker y Robert Escarpit “ los escritores son lo que son los lectores; la riqueza y la vitalidad de la producción intelectual de un país dependen del desarrollo de la industria del libro y de la implantación del hábito de leer en dicho país; el escritor concibe un propósito que es a la vez pensamiento y expresión, y que se elabora simultáneamente como concepto de ideas, imágenes, de razonamientos y como fabricación de objetos-vocablos y de objetos-frases, las experiencias vividas por el autor”; escribe para los demás, con la convicción de llevar un mensaje de aprendizaje, altruista, claro, holístico, de aporte al desarrollo de su comunidad, de su pueblo, del mundo, que  el ser para los demás, “sea imborrable”, para toda la vida.

A ustedes, jóvenes meritorios les exhorto que a partir de hoy aprovechen su tiempo al máximo, una parte del mismo dedíquenlo a la lectura, la cual les ayudará a crecer interiormente y a lograr una idónea comunicación  con sus semejantes.

Gracias


San Cristóbal, 1 febrero 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario