Ulises Francisco Espaillat
Si yo viniera a anunciaros que un país no puede progresar sin
periódicos, por mas favorables que sean todas sus condiciones, no os diría nada
nuevo; tan vulgar ha llegado a ser
Ahora bien, en los primitivos tiempos de la creación, cuando las
fieras, potentes por su fuerza y su abundancia, disputaban al rey de los
animales el imperio de la tierra, era indispensable, para que este saliera
airoso de la lucha, que empleara en los combates que constantemente se daban
todos su fuerza y destreza físicas; poco a poco el hombre fue adquiriendo nuevos
conocimientos, hasta quedar-con raras excepciones-dueño absoluto. La lucha ha
mudado por completo de naturaleza. De todos los monstruos que con el hombre
nacieron no queda más que él mismo, y hoy los medios que deben emplearse para
domeñar esta fiera, la peor de todas quizás, han de ser forzosamente distintos.
Las sociedades modernas necesitan- para ser bien dirigidas-
que aquellos que se ocupan de la cosa pública cultiven y desarrollen con todo
esmero sus facultades intelectuales. Una vez que deben ser jóvenes (jóvenes de
espíritu)e ilustrados los que deben imprimir la marcha a la sociedad, nada más
natural que este trabajo se le encomiende a aquella porción que más se haya distinguido
por sus desvelos y constante aplicación al estudio.
¿Cuál habrá sido la causa de la efímera vida del periodismo
en nuestro país?-pueden ser varias.
No recuerdo si durante la dominación haitiana se publicó
algún peritico en esta parte de la isla; es probable que no: mas, tan luego
como se proclamo la independencia, principio el periodismo, de corta vida en
verdad, pues si nacía una hoja, era porque había muerto la anterior.
Investiguemos las causas que tan poderosamente han podido influir
en matar entre nosotros este gran elemento de la civilización. Muchos creen que
la culpa ha sido de los gobiernos, que toleraban solamente los periódicos que
se resignaban a ver, no con sus propios ojos, sino con los del poder. De esto
puede haber habido algo. Otros han dado en el achaque de creer que el mal ha
consistido en el poco expendio de los periódicos mismos, debido al pequeñísimo número
de personas que saben leer. No vacilo en decir que es falso, pues estoy segura
de que aquí se leería mucho con tal que no costara nada, por aquello de a”
caballo dado no se le repara el colmillo”. No han faltado algunos que han atribuido
el mal al antinacionalismo de muchos, que han dado en no hallar bueno sino lo
que se hace en el extranjero.
Alguna razón hay en esto. No deja de haber tampoco quienes
crean que las frecuentes discordias civiles han sido parte a haber matado el
periodismo, y quizás no les falte razón. Los intereses de partido no pueden ser
nunca los grandes intereses de la Nación, y no puede agradar de modo alguno el
tener que pagar para que se discutan intereses puramente personales, se
desfueguen las pasiones, o se zahiera al mismo suscritor. NO pocos han sido de
opinión de que-si los periódicos que ha tendio el país no han tenido larga
vida- ha sido debido a que las materias que han tratado no han sido del gusto
de la generalidad, o mejor dicho, a que no se ha sabido comprender las verdaderas
necesidades de la Nación. Yo creo que hay algo de verdad en esto. Nuestro
pueblo ha sido siempre mal juzgado por nacionales y extranjeros, y peor por aquellos
que por estos; se ha dicho de el-entre otras cosas poco halagüeñas-que” es muy
apático y que ve con demasiada indiferencia la instrucción”. Yo creo que es
todo lo contrario, y que a nuestros conciudadanos os devora el deseo de
aprender. Pero aquí se os presenta la rand dificultad. ¿Esta está en el estilo
o los asuntos? En ambos quizás; pero sea lo que fuere, estoy segura que el
discurso que los literarios encomien hasta la exageración por la sublimidad de
los pensamientos, elegancias del estilo y demás prendas del buen lenguaje, no
es otra cosa para la generalidad de los lectores que una verdadera jerga.
Aquí me han venido ganas de anotar dos circunstancias a cual
más importantes. Cuando hay sustantivos, masculinos femeninos, la gramática
quiere que el adjetivo sea masculino, lo que prueba que los hombres, y no las
mujeres, han hecho la gramática; y la ley exige que cuando hay militares y
civiles acusados de un mismo delito o crimen, por muchos que sean los primeros,
y por pocos que sean los segundos, han de ser sometidos a los tribunales
ordinarios, y no a los consejos de guerra, lo que también prueba que los
legisladores que tal cosa dispusieron, eran unos sabios, y no eran militares.
También se desprende de ésto que los tales legisladores no hicieron esas leyes
en pueblos oprimidos, en donde la opinión pública es tan condescendiente, que
en lugar de pedir que se amplíen las
garantías, pide al contrario que se cercenen.
ESCRITOS/ ULISES FERANCISCO ESPAILLAT. Sociedad Dominicana de
Bibliófilos inc. Santo Domingo República Dominicana 1987.
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