Ligia Minaya
Denver, Colorado
Antes, además de los piropos, el
enamorado usaba papel y lápiz para decirle a la muchacha el amor que sentía por
ella.
Si le preguntas a alguien, de la
nueva generación, por un piropo, te mirará con un signo de interrogación. Es
que ya no tienen vida. Eso pasó de moda. En las esquinas de la calle El Conde
se estacionaban hombres para conversar y piropear a cuanta muchacha le pasaba
por el lado. Tampoco El Conde es lo que era antes. Ahora, los muchachos que
pasan por allí, al salir de la escuela, gritan, se empujan y vocean. Aquel
tiempo pasado era hermoso.
"Tantas curvas y yo sin
freno". Para aquella de amplias caderas, piernas bien formadas, busto
emergente. "Eres una flor con espinas que desgarras mi corazón". Y
ella se hacía que no le oía. "Te quiero más que a mi madre y siento que
estoy pecando, pues ella me dio la vida y tú me la estás quitando". La
muchacha lo miraba y sonreía por dentro. "Del cielo cayó un pintor para
pintar tu figura, pero no encontró pintura para pintar tu belleza". Así
era la manera correcta y respetuosa de aplaudir la gracia de las mujeres.
De los boleros, ni hablar. De las
serenatas, imposible. Supongo que ahora irán a bailar, (más que bailar,
brincotear) y cuando haya alguien que le guste, se abrazan y se aprietan ¿Me
equivoco? Y algo más: hoy no se escriben cartas. Antes, además de los piropos,
el enamorado usaba papel y lápiz para decirle a la muchacha el amor que sentía
por ella y le tenía palpitante el corazón ¿Ahora por la computadora? Ojalá que
sí. Pero a veces pasan cosas impresionantes: Él le dice a ella que le mande una
foto en que esté desnuda o que si no se acuesta con él buscará a otra. Y ahí
está el problema. La muchachita queda embarazada y él se larga hasta donde no
pueda volver a verlo o quizás le pase abrazado a otra y mirándola con
desprecio. Cuando se rompe el "amor", la muchachita aparece hasta en
"los centros espiritistas de las web".
Ya somos abuelos los que vivimos esos
deliciosos días, enamorándonos con canciones, con piropos, y mirar al
pretendiente haciendo "yuca" en las esquinas para vernos salir y
decirnos: "Llenas el calor de mi vida, alumbras mi despertar, te quiero
más cada día y no te pienso olvidar". Una de mis sobrinas me oyó
canturrear un bolero y me dijo que eso estaba "off" y que no tenía ni
ton, ni son. La miré y me quedé callada. Luego le dije: "Nunca supiste
quererme, nunca me supiste amar, pero bien que has aprendido a no poderme
olvidar". Ay tía, escríbeme eso que se lo voy a mandar por email al que
fue mi novio.
Una vez, me encontré con Hipólito
Mejía al salir del Hotel Lina y me dijo: "Hola mi corazón de auyama
prieta". No supe lo que me quiso decir. Le pregunté a un
amigo-cibaeño-agricultor y me contestó: La auyama que tiene el corazón prieto
es la que da mejor caldo. ¡Albricias, qué piropo!, le dije me quedé encantada.
Perdónenme los de hoy esta crítica
tan agria, pero es que me causan muchas interrogantes que una relación de
pareja comience sin decirse ni siquiera una bonita palabra. ¡Bueno, entiendo
que el pasado, es pasado, y no se camina por lo ya caminado!
www.diariolibre.com / SAUDADES / 11 may
2013.
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