sábado, 2 de mayo de 2009

Personajes Sancristobalenses del Arte y la Cultura: JUDET HASBUM



Dr. JUDET HASBUM. Abogado, poeta, crítico de arte y novelista, nació en Villa Duarte, antiguo poblado en la margen oriental del río Ozama, donde se fundó la ciudad primada de Santo Domingo. Desde temprana edad su familia se trasladó a la provincia de San Cristóbal, donde pasó los mejores años de su infancia. Fue desde joven asiduo lector de los clásicos europeos, de los escritores y poetas hispanoamericanos y de la literatura védica. En el año de 1956 se graduó de Doctor en Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Desempeñó durante su vida pública cargos como los de Fiscal, Juez, Director General de Deportes, Cónsul General y Consejero de la Embajada Dominicana en Washington, Director General de Exoneraciones y Asesore Legal del Secretario Técnico de la Presidencia.

Ha publicado un tomo de sus “Poesías Completas” (2000), “Sobre las Artes Plásticas Dominicanas” y “Vidas de Pintores, Escultores y Compositores idos a destiempo” (2005).

Pertenece a la nueva generación de Críticos de Arte Dominicanos que han incursionado en la valorización de la Plástica Nacional. Es Miembro de la Asociación Dominicana de Abogados, Miembro de la hermandad Bolivariana, Miembro de la Asociación Dominicana de Críticos (ADCA) y de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA) de París, Francia.

Poesías Completas
Por Judet Hasbúm

Prólogo/Fragmento:
Judet Hasbúm habla en esta obra su propio latir en consonancia con aquella voz donde el recuerdo toca todas las puertas sin evadir miradas ancestrales ni golpes fatales. El poeta no quiebra aquella nave del recuerdo, pues para él vivir es volver por aquellos caminos y ordenes de la desesperanza y la existencia. Odalís G. Pérez.

Selección:

Robarte un Beso
Para Dulce Ma. Hernández

Abrigo la esperanza de que un día
en un trance fugaz de mi embeleso,
tenerte entre mis brazos, apasionada,
y robarte un beso.

No importa después los sinsabores
ni el castigo que lleve mi aventura,
más grande que la dicha de besarte
no la encuentro jamás en mi ventura.

Robarte un beso yo he jurado
un beso que te vuelva loca,
un beso que mache de rojo tu boca.

Un beso largo, sutil, apasionado,
un beso que me alegre o me condene
cuando veas tus labio ensangrentados.

Santo Domingo, mayo 1948.

Alba

De Venus fue el modelo de exigencia
de la aurora el tinte preferido,
del divino Hacedor el pensamiento
y yo, el escultor poético escogido.

Del azabache tome color para tu pelo
para tus ojos un lago profundo, misterioso,
para tus labios, de selectas rosas
los pétalos exóticos y hermosos.

Tu cuello fue modelo de os cisnes
tu risa, el manantial me dio el rumor,
maduros pomos esculpí por senos
y ya la obra me inducía al amor.

Tus manos delicadas fueron lirios
Que brotaron en primaveras azuladas,
Y para tus pies diminutos se escogieron
Blancas azucenas perfumadas.

¡Todo fue un derroche de hermosura
y ante aquella beldad quede embeleso,
y rente aquella mujer hecha una diosa
aspire la gloria de su beso!

San Cristóbal, 1950.

San Cristóbal

Años atrás la aurora de mi pueblo
abrió su vientre policromo y enorme
y un hermoso camino
poblado de árboles y piedras
sintió sobre su espalda interminable
los pasos de su hijo que marchaba.

Fue su adiós una congoja lastimosa
que vi en el monte, en el río, en la montaña,
el cielo se cubrió de nubarrones
todo palideció, el trino de las aves
pobló de tristeza la arboleda
y tras de mí con doloroso acento
sentí que el Nigua sollozaba.

Volaron los días, la amargura pesadumbre
por dejar mi pueblo nostalgiado
se fue cicatrizando con el tiempo…
testigos fueron del fatal olvido
la nueva escuela, el mar, el parque,
el cine, El Conde, los amigos,
y por que no, las nuevas novias.

Casi había olvidado al pueblo amado
de mi inocente niñez,
crecí y ame la ciudad grande
hasta que un día, insospechado, augusto,
como envuelto en una música celeste
me vi de nuevo entre sus viejas calles,
¡cuan hermoso es vivir en las añejas cosas
de nuestras dejadas mocedades!

Volví de nuevo, la brisa de diciembre
su alegre nota esparció doquiera,
jugueteaban las flores mañaneras,
mil palomas surcaban el espacio,
la iglesia nueva doblada sus campanas
y el rió todo se llenó de fiesta.

Aquí sembré mis candidos amores
aquí aprendí a cantar, a reír , a llorar,
en mil cosas bellas se sacio mi alma,
de la música de alas, de ensueños
y del leve susurrar de las caídas hojas.

Pero mi dicha fue truncada
volvió la lluvia y con ella la tristeza,
la partida de nuevo se acercaba,
¡adiós San Cristóbal, amado pueblo!, dije,
y al ver mi río Nigua sollozando,
hínqueme fervoroso en tierra
alcé los brazos en signo suplicante
y a Dios lance mi ultima promesa
¡jamás olvidare mi amado pueblo!

Las Islas Antípodas
A Lina Duvergé

Tu isla Manhattan,
capitalista y neurótica,
cosmopolita y lujosa,
nocturna y bulliciosa,
peligrosa y narcómana,
hospitalaria e indiferente,
envidiada y vilipendiada,
con negros y boricuas,
italianos y judíos,
con trenes subterráneos
y restaurantes automáticos,
con ferry y con pic nic,
con el Hudson de cinturón
y el Empire State de vigía,
esa tu isla, me seduce y mortifica
porque siente el placer de tu presencia.

Mi isla, Santo Domingo,
paupérrima y enferma,
subdesarrollada y codiciada,
inocente y política,
agitada y ardiente,
plácida y serena,
hospitalaria y acogedora,
con mulatos y prostitutas,
con ron y contrabando,
con playas y avenidas,
con baches y semáforos,
con éxodo campesino,
con las extremas acechando,
con el mar Caribe de testigo,
esa mi isla, me seduce y mortifica
porque siente desagarrarse con tu ausencia.

Santo Domingo, 1967.

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