Fragmento.
A Monseñor Nouel, con desinteresada devoción de amigo, con sinceridad de dominicano.
Se comenzó su construcción por iniciativa del comendador Nicholas de
Ovando, allá, por el año 1504, y dirigió la obra Cristóbal de Tapia, quien llegό
a ser su Alcaide.
A tales artífices, tales obras.
Según ha quedado históricamente evidenciado, se hospedaron en ella el
Virrey Don Diego colon, su esposa Doña María de Toledo y Rojas y las damas y
caballeros que les acompañaban a su llegada a España.
En una de sus habitaciones murió el 26 de junio de 1557 el célebre Cronista
de Indias, Don Gonzalo Fernández de Oviedo, su alcaide, y Regidor perpetuo de
la Ciudad, cuyo cadáver se enterró en la Santa Iglesia Catedral, capilla de
Santa Lucia.
Desde época inmemorial ha servido su parte inferior de presidio y en las
habitaciones altas, convertida en inmundas mazamorras, se encarcelaba por delitos
políticos.
El edificio ha sufrido algunas reformas; pero conserva en todas sus líneas
el áspero tono arquitectónico que correspondía, en aquella época, a esa clase
de construcciones.
¡Ha sido siempre el sepulcro de la libertad, el dogal con que se enmudece
la protesta y el postrer asilo de los mártires!
¡Levantados sobre su roca, sus muros grises reflejan en las verdosas ondas
del Ozama su fatídica grandeza, en el punto mismo en que ese rio, al
desmayarse, se confunde en el lecho de espumas que le forma el embravecido
oleaje del caribe!
En1787, durante el reinado de Carlos III, siendo capitán general de la
colonia Don Manuel González Torres, se construyó la magnífica portada y los
inmensos cuarteles que dan hoy su frente a la calle de Colon,(anteriormente de
Las Damas), como para que la Bastilla Dominicana quedara más aislada y ,
sintiéndose oprimida, estrechara más entre sus muros a sus desgraciados
moradores, sin que pudiera escucharse el hondo lamento que les arrancan las
torturas y suplicios con que la crueldad humana quiere sellar los dolientes
labios de sus víctimas!
¡Siervo de los Siervos! representante del manso galileo que tuvo piedad
hasta para sus propios victimarios, cubre con tus purpúreos mantos esos muros; coloca
la tiara del sucesor de Pedro en lo alto de esas piedras; recuesta en sus
faldas tu borbón de peregrino y conjúranos a
todos, a ella y a nosotros, ya que tú fuiste el único que nos enviaste
leños a esa hoguera, eterna mansión de los dolores, y que en los férvidos
entusiasmos de tu efímera gestión de mandatario, consentiste en que el pueblo,
solemne y procesionalmente, arrojara los instrumentos de tortura con que se
dramatizaba el crimen, al abismo de los mares, para que cuando llegue el
ansiado nuevo día, se redime lo pequeño con los excelso; lo bajo con lo noble;
lo diminuto con lo grande; y después exclama, en sublime arranque tribunicio,
digno de ser escuchado en la Sala Juliana: Patria: que el penetrante silbido de
la locomotora hienda el espacio; que la chispa eléctrica te deslumbre; que tus
vías de comunicación se multipliquen; que la Ciencia y la Religión, ambas de
emanación divina, fructifiquen, llenas de misericordia en las conciencias de
tus hijos, y que allá en la cumbre, satisfaciendo sus ansias inextinguibles la
Libertad, te contemple gozosa de su obra y te aureole con sus vivos y ardientes
resplandores!...
Reliquias Históricas de la Española
(1920). Tercera Edición.1982. Sociedad Dominicana de Bibliófilos.
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