EL antiguo bastión de San Genaro fue reformado y convertido con fosos,
rastrillo y puerta por orden de don Bernardino de Meneses y Bracamonte, Conde
de Peñalva y Capitán General de la Colonia, en conmemoración del triunfo
obtenido en la parte sur de la Española, contra las fuerzas invasoras inglesas
en Mayo de 1655.
De ahí que al colocarse el escudo nobiliario de Gobernador, a la puerta se
le haya llamado, sin interrupción, Puerta del Conde.
En ese histórico sitio se dieron cita Sánchez y sus invictos compañeros la
memorable noche del 27 de febrero de 1844, para proclamar nuestra
Independencia, convirtiéndolo, con es inicial miagro de rebeldía en cuna de la
nacionalidad, circunstancia ésta a que se debe que la gratitud nacional lo
bautizara hace pocos años con la fecha gloriosa que representa para el Pueblo
Dominicano el génesis de su libertad.
En el adato frontis de esa mole lee el sentimiento nacional la sublime
condensación del espíritu del gran lírico romano:
Dulce et decorum est pro patria
mori
La inmortalidad solo se siente en los sitios por ella consagrados, y no hay
un solo dominicano, así lo aseveramos con ufanía que al visitar la histórica
plataforma de ese balearte, no sienta palpitar con celeridad el corazón, cuyos
ritmos, si fuera dable tradúcelos al pentagrama, compondrían el canto epónimo,
que merece ese grandilocuente trofeo que representa el primer jalón de la
Victoria.
Durante el día, esos sagrados muros que simbolizan el ocaso de una larga
opresión, están saludados por los homenajes de los que vivimos, y en la noche
sus espaldas calcinadas, reciben la esquiva claridad de la luna que también
alumbra, silente y pálida, en el vecino cementerio, la tumba de muchos próceres
olvidados!...
Ellos representan, por la posición que ocupan, el misterio augusto de la
transición: el de la ciudad de la selva; el del bullicio de la vida, que a
veces es servidumbre, a la quietud del cementerio, que es la inercia de la
muerte y que suponemos redención; el de la esclavitud a la libertad; el del
oriente, que es luz deslumbrante, al Ocaso, que es sombra que entristece; el de
la fuerza que reprime a la idea que libertad”; el de las ansias del dolor que
solloza a la verdad, heroica e inmutable, que sus piedras nos enseñan!...
Ese titán nunca ríe, ayunque el sentimeinto, a manera del hijo arrepentido
de febriles extravíos, adore su test centenaria con rojas flores de sinceridad
o cubra con mantos de púrpura las rugosas líneas de su cuerpo!...
En este altar oficia Sánchez, teñida la dalmática con sus propia sangre,
manteniendo el culto invencible con que a toda hora estimulo el más ardiente amor
por la férvida creación de su único, constante y supremo anhelo juvenil: la libertad!
Duarte esta erguido en el trono, y en las gradas, sentados a sus pies
Mella, siempre impaciente, dialoga con la Historia, mientras Duvergé, sonreído,
recuenta y amontona los trofeos de las batallas!
Casi amanece! La aurora del 27 de Febrero de 1920 va a esplender dentro de
algunos instantes y el sol, colosal diamante, lucirá sus refulgentes rayos
desde el cielo, intensamente azul, derramado sus haces de fuego sobre le baluarte
que celebrará su histórico onomástico…
El narrador descansa!
En sus ojos cerrados se refugia la patriótica ensoñación de los fuertes y
virtuosos ideales y ve, en un futuro inmortal y encima de la antigua puerta el
conde, rodeada de cañones y de pedazos de cadenas, un inmenso bloque de mármol,
gigantesco monumento, que simboliza la Epopeya!...
El primero, clásico y conmemorativo disparo del cañón en ese día lo despierta
para anunciarle que la Patria también celera su glorioso natalicio, y al
incorporase del lecho, una voz de amor, inextinguible
y vibrante, se escapa de su pecho para exclamar, evocadora y sentida, como homenaje
de ennoblecedora gratitud:
Hosanna Darte, ave Sánchez, hurra Mella!
Viva el 27 de Febrero de 1844!
Reliquias Históricas de la Española
(1920). Tercera Edición.1982. Sociedad Dominicana de Bibliófilos.
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