La pintura nació como
arte para expresar el mito, cuando todavía las palabras no podían ser escritas
porque no existía el alfabeto. Entonces el pincel es dialogo, voz y alma. El
pincel es además cuento, leyenda o anécdota. El pincel es fundamentalmente
prehistoria o historia. Y aun hoy, si quisiéramos escuchar a nuestros aborígenes,
a los tainos, solo bastaría con observar sus pinturas en cuevas y cavernas; esos trazados milenarios
nos hablan en el universal idioma de la imagen. En la única lengua en que se
expresan las divinidades, revelando al mundo terrenal misterios y secretos.
Los tainos eran los
pobladores más numerosos e importantes que habitaban en la isla al momento del
descubrimiento. Habían logrado el desarrollo de una cultura independiente, pero
menos avanzada si es comparada con las sociedades amerindias de los incas,
mayas y aztecas. Eran grandes artistas y, aunque desconocían la escritura,
tenían lengua común, elaboraban las cerámicas con fines rituales y para uso
cotidiano.
Fabricaban ídolos y
amuletos, confeccionados de piedra, madera, concha y otros materiales. Los
jefes tainos, llamados caciques, se rodeaban de un vistoso conjunto de objetos
religiosos y suntuarios que los diferenciaban de los demás.
En ”Mitos y Leyendas”
Marcial Báez interpreta en el lenguaje pictórico su visión de las tradiciones
místicas de los aborígenes de Quisqueya. El discurso atrayente persuade, sus
recursos artísticos dibujan una emoción poderosa de un pasado que sobrevive en
recuerdos y leyendas. Su canto tiene vuelo. Marcial logra plasmar en esta
recreación lo que ha encontrado tras una serie de estudios y análisis, dejando
su maravillosa muestra a la consideración de los beneficiarios de la colección
histórico-pictórica Lienzos de la Identidad Dominicana.
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