Ligia MInaya
Denver, colorado
Él tenía una "almorrana"
por aquellas "alpargatas" que con "amarracos" ella le
instaló con un "bembeteo" que puso a ambos ante un
"berrinche" y les trajo un "bréjete" y casi se dan un
"cajetazo".
Ella era una "carajuda" que
comenzó a beber "damajuana".
Un prestigioso equipo de redacción ha
creado este diccionario, el cual trae palabras que encierran nuestras voces y
cultura y también la entraña de nuestra lengua.
Él tenía una "almorrana"
por aquellas "alpargatas" que con "amarracos" ella le
instaló con un "bembeteo" que puso a ambos ante un
"berrinche" y les trajo un "bréjete" y casi se dan un
"cajetazo" . Ella era una "carajuda" que comenzó a beber
"damajuana". ¡Diantre, cualquiera la "ensopa" con
"fogaraté"! "Fiebrosa", con "firifollos", andaba
con un "floripondio" al que quería darle un "gráznate" por
"grajoso" y tener una "jorqueta" que como a un "perro
huevero" no se le podía quemar el "jocico". Aquello era
"inmancable", con "interquedancia" y además un "jorocón"
que "jondeaba" cada "juyejuye" cuando daba un
"killing". Era también "lerecoso" y no aceptaba un
"machacón" aún fuera "macutero" y "macujiara" las
palabras".
Le gustaba el "naiboa" que
comía como "nigua" y fuera una "nananina", porque
"ningún-ningún" le impedía "ñampiarse", ni siquiera a ese
"pedazo de carne con ojo". Y con ese "pajonú" que le quería
"quillar" desde un "quitrín" lleno de "rabizas"
con que daba "ramalazos" y quería "sacaliñar" lo que creía
era una "talvia" con un "tarantín" muy cerca del
"28" (hospital psiquiátrico). Y desde una "upa" envuelta en
"yaguacil", el "yico" parecía un "zamuro". Unjú.
Anjá. Aguaita. Palabras, tan solo palabras, como dice la canción, dominicanadas
que solo nosotros entendemos.
Y otra cosa importante para los dominicanos,
son los apodos: Cucho, Cuto, Boché, Punco, Kinco, Calín, Caqueta, Chebo, Llisa,
Caqueta, Caquito, Chepebaso, Lulú, Niño, Cacán, Toño, Toñita, Fanfán, Bobo,
Manano, Rafuche, Fifa, Chichimán, Pucha, Chacha, Puchito, Moncho, Caco, Cuncún,
Chichí, Momón, Filito, y miles de apodos más de amigos y amigas cuyos nombres
todavía no conocemos.
Y si hablamos de los mexicanos...
Dios nos ampare. Para entender a una "chaparra-güerita, hay que esperar
"tantito" y verse con un "mero-mero" que no esté
"achicopalao", ni sea "menso", ni "pinche-güey",
sino un "mero-mero" que te diga "ándale",
"órale", "íjole". Y estas son tan solo algunas palabras que
entiendo de los tantos mexicanos que viven en Denver. Porque hay que
preguntarles qué quieren decir con esas pronunciaciones tan suyas y que dicen
con tanta devoción o tanta rabia. Como usted ve, tenemos lenguajes que
"descocotan" y dan "derringue" y que "avientan" a
"guindarse" de una" jamaca" para que no nos dé un
"yeyo" con un "zagalejo" tan "zángano" que puede
"zoquetear" estando "enú" y que ese "chopo" nos
dé una "galleta". Ya usted ve, "palabras son amores y no buenas
razones" y muchas veces "pagamos justos por pecadores" y hacemos
una "guángara" sin entrar con una "rabiza" al lado y
"raquiña", pero con una "zanganá" que nos puede llevar a
tener "cocorícamo" o "sicote" en ambos pies con esas
"pantuflas" de cuero de borrego prieto.
Así hablamos por aquí y por allá. Son
palabras que brotan del corazón, salen del alma y van cargadas de emoción.
www.diariolibre.com. Saudaces.05 abril
2014.
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