La gente muy
inteligente puede resultar un fiasco para pensar. Pueden necesitar tanto más
entrenamiento que otra gente en las técnicas del pensamiento. Esto es casi lo
contrario del tópico que dice que las personas muy inteligentes automáticamente
saben pensar. Esto es lo que llamamos (en el Cognitive Research Trust), “la trampa
de la inteligencia”, que tiene muchos componentes de los cuales mencionaré
algunos: los hay sociológicos, operativos e incluso físicos.
1. Una persona muy
inteligente puede construir un argumento correcto y racional para justificar virtualmente
cualquier puto de vista. Cuando más coherente es este soporte, menos se ve y
menos se necesita explotar la situación. Una persona así puede quedar prisionera
de sus propios puntos de vista precisamente por su capacidad para elaborarlos.
2. En la escuela y
después, la facilidad de palabra a menudos e confunde con la profundidad. Cualquier
persona inteligente que se lo crea caerá en la tentación de hablar mucho sin
decir nada.
3. El ego, la imagen
del yo y el status de una persona inteligente, se basan a menudo en esa clase de
inteligencia, de allí deriva la necesidad de tener siempre la razón y de ser
listo y ortodoxo.
4. El uso critico de la
inteligencia siempre da una satisfacción más inmediata que el uso constructivo.
Al demostrar que otro
esta equivocado unos e siente vencedor y
superior. Estar de acuerdo con otro te hace parecer superfluo y subordinado.
Proponer una idea le deja a uno a merced de aquellos de quienes depende la
evolución de la misma. Así es como muchas mentes brillantes quedan atrapadas en
esa modalidad negativa (porque es muy atractiva).
5. Las personas muy inteligentes,
parecen preferir con frecuencia la certidumbre del pensamiento reactivo (resolviendo
crucigramas y cosas por el estilo). Lo que hacen es reaccionar frente a un montón
de datos que se les entregan. En vez de pensar, clasifican. A esto se le lama
el “efecto Everest”, ya que si las montañas existen es para que alguien trepe
por ellas. En el pensamiento proyectivo, la persona que piensa tiene forma
expansiva y especulativa. Por inclinación natural o por educación, las personas
muy inteligentes parecen preferir la forma de pensar reactiva. En la vida real suele ser más necesario el pensamiento proyectivo.
6. La pura velocidad
física de la mente muy inteligente la conduce a saltar a conclusiones partiendo
de unas pocas señales. Lamente más lenta tiene que esperar más, examinar más
señales, y puede llegar a una conclusión más apropiada.
7. Aparentemente, las personas
muy inteligentes prefieren-tal vez por estímulos externos- darles más valor a
la habilidad que a la sabiduría. Tal vez sea porque la habilidad es más fácil
de demostrar, y es también porque depende menos de la experiencia (y esa es la
razón por la cual es frecuente que los físicos y los matemáticos hagan sus contribuciones
“geniales” a una edad temprana).
La trampa de la inteligencia
tiene otros aspectos. No todas las personas muy inteligentes caen en esa
trampa. Pueden evitarla por casualidad, por educación o mediante un esfuerzo
consciente. No obstante, el peligro continúa existiendo. Y el peligro nos
advierte de que no aceptemos la suposición automática de que una inteligencia
elevada significa un pensamiento eficaz.
En mi opinión, se produce
un trágico desperdicio de cerebros brillantes debido a que nos negamos a
considerar que el pensamiento es una técnica que puede mejorarse con
entrenamiento adecuado.
Aprender a pensar. Barcelona. 1993.
esto de la inteligencia cerrada por uno mismo, cabe a darse en los ´´inteligentes´´ de una opinión misma al percatarse de paradigmas, situaciones, acciones etc. pensadas por uno mismo al saber o creer saber su ´´superioridad´´ sobre la carencia de coherencia y exceso de ignorancia hacia los que no han sido enseñados como los que no han podido aprender por dificultades, y al tener este tipo de pensamientos los obliga a pensar tanto de forma directa o indirecta que la opinión misma puede resultar mas adecuada para si mismos o para los demás de acuerdo a su resultado casi exacto o correcto de una u otra razón.
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