Violeta
Yangüela
En
visita realizada a Mali, el presidente francés François Hollande ha afirmado
que “el terrorismo ha sido repelido pero no está vencido. Hoy pagamos la deuda que teníamos con
ustedes. Su país va a conocer una nueva
independencia, la victoria sobre el terrorismo.
No se repara una injusticia con otra, deben vencer a los criminales pero
respetando los derechos humanos”.
Tres
son los argumentos que sustentan esas declaraciones.
La
intervención de Francia en Mali es combatir el terrorismo de los
fundamentalistas islámicos que
amenazaban con tomar el control de la
capital del país lo que significaba el total control del territorio.
La
otra argumentación es el respeto a los derechos humanos, lo que indica un
sistema democrático de gobierno fundamentado en la libertad de los ciudadanos.
El ministro de Defensa francés Jean-Yves Le Drian ha sido más específico. “Sentimos orgullo por la eficacia de las
fuerzas francesas y orgullo por haber devuelto a Mali su libertad. En Malí va a
haber elecciones, y Francia no intervendrá. Creo que es una señal importante
para toda África. Hemos intervenido para
devolverle a los malienses su libertad perdida”.
A
propósito, en el inglés de los americanos le llaman freedom.
Una
tercera argumentación, aunque no explicita, ha sido el pedido del presidente de
Mali a Francia del envío de tropas para evitar el control total del país por
los grupos terroristas.
Y
sin ninguna duda lo más trascendente e importante es que la intervención francesa en el país
africano obtiene de Naciones Unidas el “permiso” de intervención con el
acompañamiento de tropas africanas de los países vecinos.
Parecería
que ésta guerra cumple con todos los requisitos.
Por
una parte es una guerra de legítima defensa. De no haber sido por los
franceses, los terroristas se hacen dueños del país.
Es
una guerra moral. El mal existe y se
hace necesario enfrentarlo.
También
es una guerra por la libertad. Es decir,
de los valores democráticos y por último es una guerra legitimada. Ha contado
con el beneplácito de la comunidad de las Naciones Unidas.
Sin
embargo, con todas estas justificaciones y aprobación de la ONU, los países
“occidentales” solo aportan su apoyo logístico por lo que Francia parecería
quedarse sola en el envío de tropas al terreno del conflicto y en el financiamiento.
¿Atolladero francés que la comunidad
“occidental” no quiere compartir? ¿El fantasma de Afganistán? ¿Tendrá Francia
que construir una nación con su financiamiento y su presencia militar? ¿Nation
building en francés? Dice el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Favious,
que Francia no tiene vocación de perpetuarse en Mali y abandonaría el país tan
pronto como se hubiera expulsado del norte a los yihadistas.
Al parecer Francia ha tenido que comenzar una búsqueda.
¿Dónde están los aliados? Se buscan
socios.
Mientras
tanto, parecería que el presidente Hollande ha logrado una transformación de
la imagen de un presidente débil a un
audaz líder guerrero. De acuerdo a una encuesta realizada entre el 4 y el 6 de
febrero, el apoyo a la intervención militar de los votantes de izquierda es del
90% y de los conservadores es del 73%.
v.yanguela@codetel.net.do
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