Una galería de
personajes de trazas realísticas pero de conformaciones mentales y
sentimentales nada comunes, son protagonistas de S extrañas: verdaderos diagramas de una
insatisfecha exploración de la realidad, de una investigación en los laberintos
de la conciencia.
La coherencia y
plenitud del arte de Armonía Somers puede medirse cabalmente ahora con la reedición,
en dos tomos, de la libertad de sus cuentos, agotados hace tiempo, a los que se
agrega una importante cantidad de relatos nunca recogidos en libros.
Si- continuo- aclaro
esto de que si como empezó mi vida, porque muchos creen que esa vida se
inaugura con el nacimiento. Que error. La vida (también la muerte íntima) esta
marca en el minuto x del día x de cada uno. Lo que ocurre para explicar el equívoco
habitual es que la mayor parte de la humanidad, o se muere físicamente antes de
despejar su incógnita o, por levantar una mísera moneda metida de perfil entre
las losas de la acera, deja pasar el instante supremo que le salta por encima
del espinazo como en cierto juego de niños.
Yo soy un tipo tierno
¿sabían ustedes? Y basta que alguien me toque, simplemente, para toda mi
humanidad tienda a compartirse. Con la mano libre me palpe los bolsillos.
Desgracia: no llevaba encima cigarros, goma de mascar, es decir, no podía
ofrecerle nada más que mi amor, lo único que corre el riesgo de ser rechazado
si uno no se anda con tino y espera que se lo mendiguen.
Fue entonces cuando
decidí nacer, y nacer lo más dolorosamente posible, que es la única forma
licita. Nacer después de haber vivido es algo que no tiene descripción, una
especie de torrente nuevo se viene desde lejos con todo lo cruel, todo lo
turbio de la anterior existencia. Yo estaba, por otra parte, en un momento
propicio para aquella metamorfosis. Las preguntas y las respuestas, a fuerza de
desarmónicas, habían terminado debilitando mi ser, haciéndolo maleable para
cualquier cosa.
Levante los ojos para
investigar el mundo antiguo. Juntamente de la espalda de un armario lleno de
legajos (para que guardarlos si nadie hilvanaría la gran novela) salió una
mariposa gris hinchada de relatos inéditos.
Me acostare para
dormir, sencillamente, o para olvidar las cosas terroríficas de este mundo que
nos decapita con sus hachas ciegas.
Uno puede llevar una
puerta invisible incrustada en la espalda si alguien se la cerro cierta vez
brutalmente.
El alma que perdimos
solo deja en el aire esta estela ordinaria de papel quemado.
-A mí no me van a
asustar con historias viejas-agrego otro engallándose- venga para acá la anciana,
porque en caso de necesidad, viejita y todo puede calentar el cuerpo. No todas
en la vida de uno van a ser con dientes de leche. ¡Que tanto asco por unas
canas más o menos!
-… El agua nos estafo,
¿pero que culpa tiene uno de eso? Siempre ha llovido y siempre el agua se ha
llevado lo que anda suelto. Porque Dios es así, manda la lluvia cuando hay
sequía, pero la tira a baldes si uno va con un finado a cuestas, no le saca el
ojo al que le ha caído la mala suerte, lo seguiría, pero la tira a baldes si uno
va con un finado a cuestas, no le saca el ojo al que le ha caído la mala
suerte, lo seguiría mirando con uno solo si se quedara tuerto.
El siempre decía-
continuo, regulando con gran sacrificio la voz- que las cosas más graves, las
que salen mejor, no son las que se piensan mucho, sino las que se producen
solas a último momento.
-Un día murió un
oficial a bordo, se dio parte a la embajada del país en el puerto más próximo,
se reunió en la nave un grupo de altos funcionarios del lugar, formo la
tripulación y se rindieron honores ante un ataúd parecido a este, pero cubierto
con una bandera. Y todo el mundo satisfecho y hasta la vista. Pero los de abajo
sabíamos ora cosa, y era que el fulano estaba ubicado en la cámara frigorífica,
y que los honores habían sido hechos ante un cajón de repuestos de maquinaria.
Sin embargo, el muerto les quedo tan agradecido de que no le dejaran podrirse,
que se hizo el resto del viaje sin gastar ni una broma nocturna, sin salir ni
un solo minuto de la nevera para andar por cubierta de madrugada, como lo
hubiese hecho de estar ofendido. Porque según me explicó alguien que sabía más
que yo, un símbolo es un símbolo y debe merecer todos los respetos.
Los ricos no saben el
sabor de las comidas, de tanto limpiar el c… de las ollas.
-Maldita esclavitud-
dijo encendiendo la lámpara- malditos trastos acumulados. Uno pasa la mitad de
la vida junta que junta. Y luego, un día que quiere montar aunque sea en pelo y
largarse no puede. A veces solo porque le dará cierto asco pensar que en el colchón
donde se ha dormido vaya a instalarse un pueblo de lagartijas.
Un panteón, en cambio,
obliga a cambiar el estilo, ya no es posible ponerse a hablar de ambientes, de
ventanas al mar, de todas esas cosas que hacen de la vida un juego olvidado de
la muerte.
Nadie le roba un
sepulcro a quien ha salido de la casa con las verdaderas intenciones de
enterrarse a todo costo.
Y hay hasta quien por
primera vez ha caído en la cuenta de lo que quería decir la palabra humanidad,
ese poder estar con alguien, quizás tan lleno de temor como el, pero
completamente vivo.
Nunca hubiese comprado él
una orquídea, porque es una flor que hace pagar su belleza como una mujer de
lujo.
Si ha estallado una
epidemia no se espera al Ministro de Salud que anda de viaje para pelear contra
el virus, aunque sea a garrotazos, y sin que se sepa dónde está escondida la
famosa hucha pública.
La de la foto es Marosa di Giorgio. De ninguna manera es Armonía Somers.
ResponderEliminarY me refiero a la foto que está a día de hoy, 23 de mayo de 2023. Hora 15:41 GMT
Eliminar