Editorial/ Martin Lenk, Sj
Hay un gran deseo en el ser humano, un deseo
incansable: el deseo de ser feliz. Y no hay que investigar mucho para darse
cuenta qué es lo que hace al ser humano
feliz. No hay mayor felicidad que la de saberse amado. Muchas cosas hacemos
para que nos quieran. Y estamos en búsqueda de un amor incondicional.
Hay un lugar donde todos, por primera vez, hicimos
esta experiencia del amor, e incluso la experiencia de ser amados incondicionalmente. Este lugar es la familia, la cual está presente al inicio
de nuestra vida; en ella nacimos. La madre ama al recién nacido por una sola
razón: es su hijo. Y es, primero, el amor de la madre y después, el del padre
que realmente nos hacen vivir.
Salimbene de Adam describe en su Crónica como el emperador Federico II, queriendo investigar cual
era el idioma original -latín, griego o hebreo-, puso a algunos niños recién
nacidos al cuidado de unas nodrizas ordenándoles que les dieran todo tipo de
cuidados, menos acariciarlos y hablar con ellos. Y continúa Salimbene
explicando que el resultado del experimento fue desastroso: los niños no solo
no hablaron, sino que murieron a pesar de la higiene y de la abundancia de
alimentos. Y es que nadie puede vivir sin
amor.
Nacemos de una familia. Al crecer, ampliamos el
horizonte y nos encontramos en una comunidad más grande con hermanos, abuelos, tíos,
vecinos y toda clase de familiares y allegados. Al hacernos adultos, nace en
nosotros el deseo de encontrar un complemento en el otro, de amar y ser amados
para formar una nueva familia. Conocemos el enamoramiento y vemos cómo de nuevo
la mirada se ensancha y, partiendo del amor entre dos, nace un tercero.
Desde el punto de vista de la fe, esto no parece
casual. La biblia no enseña que le ser humano es creado a imagen y semejanza de
Dios. Esta imagen divina no solo se encuentra en la inteligencia, voluntad y
libertad de la persona humana. La semblanza divina no se limita al individuo;
también la comunidad es imagen de Dios. Dios es amor, es trinidad, comunidad
del amor. Y nada se parece tanto a una comunidad de amor como la familia
humana.
“¡Suena muy bonito- podrían decir-, pero la realidad
es otra!¡Basta ver el periódico con tantas noticas negativas!”. Es cierto. Hay
mucho sufrimiento y muchas familias enfermas, rotas y destruidas. Pero queda el
deseo…, y el deseo más profundo del ser humano sigue siendo el amor, y el lugar
natural de este amor sigue siendo la familia. Basta con sentarse en cualquier
lugar y escuchar la letra de la bachata que llega al oído desde el colmadón más
cercano. Nos cantan de la amargura del amor frustrado y engañado, y del deseo
de un amor incondicional, de un amor que nunca pase.
Pero en la búsqueda desesperada de la felicidad,
fácilmente lo buscado se escapa una y otra vez de las manos. Si se quiere
lograr la felicidad “gozando” sin entregarse,
la frustración está garantizada. El saberse amado es una llamada a los demás. Y
el primer lugar de esta entrega es, una vez más, la familia. En ella,
aprendemos a recibir y a dar. Las palabras de Jesús “Hay mayor felicidad en dar
que en recibir” no es un mandamiento moral, es una experiencia. Solo felices si
sabemos entregarnos.
Esta segunda entrega de RAICES- revista de
´pensamiento cristiano se dedica de una forma especial a la familia. EN octubre
del 2014, se celebró en Roma el II Sínodo Extraordinario de los Obispos para preparar
el Sínodo Ordinario sobre la familia en el 2015. Así, nuestra iglesia universal
nos inspiró el tema central de este número.
En consecuencia, la serie de artículos inicia con una
conferencia que Monseñor Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, obispo de Higüey y
presidente de la Conferencia del episcopado Dominicano, dictó el día de Santo
Tomas de Aquino en el Convento de los Dominicos. El texto mantiene su carácter
de conferencia oral. Monseñor Peña fue el único obispo de Republica Dominicana
que participó en el Sínodo extraordinario el año pasado. Así, sus palabras nos
introducen en la problemática que allí se vivió y no comenta muchos textos de los
documentos del Sínodo Isntrumentum Laboris
y Relatio synodi. Agradecemos a Monseñor Nicanor Peña el permitirnos publicar
sus palabras.
Nuestro deseo es que la revista sea encarnada, enraizada
en nuestra tierra; así, nos fijamos un poco más en la familia dominicana de
hoy. La Dra. Josefina Zaiter, conocida experta en psicología social y autora de
varios libros al respecto, nos presenta la familia con la realidad que vivimos:
ya no podemos hablar de un modelo único; hay una variedad de tipos de familias.
Desde su experiencia como médico familiar en el
hospital Luis Eduardo Aybar, más conocido como el Morgan, la Dra. Ruth Báez,
religiosa de las Misioneras de los Sagrados Corazones, nos introduce en la
realidad de la salud de la familia en República Dominicana. Aún queda un gran
trabajo por realizar para que la salud familiar y la educación respecto a ella
sean una realidad.
El P. Mario de la Cruz nos representa un abanico de
ciencias que miran a la familia desde sus respectivos puntos de vista. Muy
iluminador es la comparación entre la familia tradicional y la moderna que
extrae de los documentos del CELAM. Podemos ver como la familia moderna también
ha recuperado valores familiares. Entre otros, cabe destacar que hay mas
dialogo, menos machismo y se comparte más la autoridad familiar entre el hombre
y la mujer.
El P. Cristian Peralta analiza el tema del aborto-una
de las realidades más dolorosas del mundo de hoy-desde la discusión sobre el
código Penal Dominicano a finales del año pasado. Urge reflexión ética. ¿Cómo
podríamos construir una sociedad que con alegría de la bienvenida a cada ser
humano que está gestando en el vientre materno?
El P. Ignacion Lasaga nos comparte unas reflexiones
del gran filósofo danés Soren Kierkegaard: la búsqueda de “conquistas” amorosas
para el goce estético no es otra cosa que desesperación; el amor tiene que
permanecer en el tiempo. Las reflexiones de Kiekergaard no han perdido nada de
actualidad y me parece que nuestros músicos populares contemporáneos lo ilustran
bien. ¿Qué hay detrás del dembow” dominicano? ¿No será también una
desesperación? No faltara el “goce estético” en el primer amor, pero la
permanencia del amor es el secreto del matrimonio y el verdadero camino de la
felicidad. Recuerdo las palabras de mi abuelo en la celebración de los 60 años
de su matrimonio, señalando abuela:
“Hace sesenta años era muy buenamoza, la quería mucho. Hoy ella- y yo- ya no
tenemos dientes. Somos viejos. Pero la quiero más”.
En una revista de pensamiento cristiano no puede faltar
una iluminación bíblica. La Hna. Ángela Cabrera nos enseña con maestría las
riquezas de las dimensiones bíblicas de la familia, desde el Antiguo testamento
hasta nuestros días, como reflexión para las familias de hoy.
Nuestra Iglesia en República Dominicana realiza esfuerzo
a favor de las familias y, en ese sentido, el P. Carlos Peña nos informa sobre
la pastoral familiar dominicana.
Aparte del tema central, siempre hay espacio para
otros tópicos. Así, el P. Sergio de la Cruz continúa sus reflexiones sobre la
Educación Superior que inicio en el número pasado de la revista. Esta vez, nos
presenta la Educación Universitaria desde la espiritualidad ignaciana y las
universidades jesuitas.
También queremos dar espacio a una sección de
recensiones de libros- especialmente libros dominicanos-. Así, iniciamos con Equidad Integral, de Ignacio Miranda, a
cargo del P. Francisco Antonio Jiménez.
La familia es comunidad de amor y la vocación más frecuente
en el pueblo de Dios será la forma una familia. Pero también existe otra vocación
de amar y de entregarse; la vida
consagrada, y es a ella que dedicaremos el próximo número de RAICES,
especialmente a la vida religiosa en República Dominicana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario