Prologo
/ Fragmento
Joel
Rivera
La poesía es nuestro género
mayor y por ella han transitado muchos de los que hoy ostentan un lugar privilegiado
en la literatura nacional. Sin embargo, a mediado del siglo XIX aparece El Garito, de la autoría de Alejandro
Angulo Guridi, considerado como el primer cuento dominicano y publicado en el periódico “El Orden” el 22
de abril de 1854, bajo el seudónimo de Taramayna. En 1891 Cesar Nicolás Penson
da a conocer Cosas Añejas, una colección de 11 relatos que retratan nuestras tradiciones,
estampas campesinas y cuadros de costumbres. En 1904 José Ramón López publica Cuentos Puertoplateños, para algunos,
con esta obra se da inicio al cuento rural dominicano. Sigue la misma línea
Fabio Fiallo con Cuentos Frágiles (1908)
y La Manzana de Mefisto (1934), entre
otros autores.
Desde entonces el
cuento, como genero literario, ha tenido dignos representantes: Juan Bosch (el más
grande de todos), Virgilio Díaz Grullón, Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Peix, Diógenes
Valdez, René Del Risco y Bermúdez, Avelino Stanley, Pedro Valdez, para sólo una
muestra. Aunque el cuento ha sido trabajado mayormente por hombres, las mujeres
dominicanas también han cultivado el género. En 1901 Virginia Elena Ortea incluye
varios relatos en su libro Risas y Lágrimas, y al año siguiente (1902) Amelia
Francisca presenta al público Cierzo en primavera.
Más tarde aparecen los escritos de Delia Weber, Hilma Contreras, Aída Cartagena
Portalatín, Jeannette Miller, Ángela Hernández, Carmen Imbert Brugal, entre
otras. A la escasa lista de mujeres cuentistas se suma Ysabel Florentino con Rituales Cotidianos: una serie de textos
cortos en los cuales la joven autora demuestra un amplio dominio de las
técnicas del difícil mundo de la narrativa breve.
El primer cuento,
titulado En el barrio no hay mariposas,
ganó el segundo lugar en el Concurso de cuentos y ensayo Camino real, Fundación
Juan Bosch. Desde que lo leí tuve curiosidad por saber cual había logrado el
primer puesto en el prestigioso concurso, porque para destronar a este de la
cima tenia que se un buen cuento. No he leído aun el que se llevo la mayor presea
pero si puedo decir que este cuento reúne las dos herramientas principales de
todo buen texto literario, es decir, el equilibrio entre fondo o contenido y
forma o continente.
Luego de estas tres
muestras de buenos cuentos, el libro está dividió en tres temas principales:
Retorno, Matrimonio feliz y Rituales cotidianos.
Retorno
narra siete historias cortas, todas tratadas con la misma maestría de las anteriores.
Desde Tres días después, cuento que abre la sección hasta el último retorno con
el que termina, la autora confirma el dominio de la técnica, esta vez navega
con la misma sapiencia por el complicado mundo del relato breve.
En Matrimonio feliz Ysabel
Florentino se pone los calzados femeninos y se burla de la infidelidad
masculina si se quiere la satiriza pero siempre ajustada a las exigencias del
genero.
En Rituales cotidianos, que
da título al libro, la autora retrata la cotidianidad del barrio, pero lo hace
de manera desnuda porque eso es el barrio: un cosmos abierto donde la miseria
no permite la doble moral. El hacinamiento, hacer turno para entrar a un mismo
baño, compartir la misma letrina en el fondo del patio, compartir el mismo
cuartucho y dormir apilado en la pequeña cama rompe la privacidad individual.
Por lo tanto, la vida en barrio es un libro abierto donde todos conocen las
intimidades del otro; por eso, nadie puede aparentar o presumir porque la
precariedad compartida lo descubre.
Ysabel Florentino,
obediente tal vez a lo que dice Carlos Fuentes de que el mayor mal de la
literatura es no decir las cosas como son, describe la realidad del barrio en
su propio sociolecto: “O dejársela a un tiguere a los º15, para que le pegue
cuatro muchachos y tu sigas manteniéndola” ¿Qué vienen con el pan bajo del
brazo? Yo levanto el mío y te aseguro que te mata el grajo”. En el último
cuento Quien cuenta o borra mi maldita historia, (segundo lugar Certamen
Literario Nacional para Talleristas,
Ministerio de Cultura, 20089 Ysabel describe con crudeza la historia de una
niña que a temprana edad se prostituye por la influencia de su madre. “… yo entre allí, porque siempre que me miraba
por la rendija de la puerta, me encontraba a mamá pidiéndole a un extraño que
le diera más duro, que él era el mejor de todos, la veía encorvada o hincada
pidiéndole perdón a ese desconocido…” “Para todos un logro contar sus hazañas,
pero para Marta no, no podía ser un orgullo, porque desde el mismo momento que
entro aquí, su vida se cotizo por un plato de arroz, ¿Qué dices?¿Por un plato
de arroz?, no estás equivocado, su virginidad se vendió mucho más barata, eso
era para las veteranas en el negocio”
En los barrios
carenciados se esconde una parte de la realidad de lo que somos como pueblo;
sin embargo, un segmento de la elite literaria del país, que escribe y lee con
lentes europeos, evade estos temas en sus narraciones. Ysabel Florentino se ha
llenado de coraje y lo ha dado a conocer al mundo, pero no lo hace con un
lenguaje panfletario ni odio desmedido como resentida social, sino con la
calidad literaria que la sitúa como a una joven escritora que entra por la
puerta grande al difícil arte de escribir cuentos.
BIOGRAFIA.
(1981, San Cristóbal,
República Dominicana) Poeta, narradora y gestora cultural, Presidenta y
fundadora de la Fundación Aníbal Montaño, FLAM, Inc. Pertenece al grupo Nuevos
Narradores Sancristobalenses. En 2077 impartió la Conferencia “Mi concepto del Cuento”
en la Feria Internacional del Libro. Es autora de los poemarios: “Creador de
Momentos” (2007), y “Poemas para recordar a Abuela(2008). Su biografía está
incluida en el catalogo Cuentistas de San Cristóbal de la Bienal Nacional del
Cuento, 2009. Formo parte del Comité fundador y coordinador de la 1era Bienal
Nacional del Cuento, San Cristóbal 2009. Su formación como escritora se inició
en el taller literario “Proyección artística 2000” y el Circulo Literario
Yelida (1998). Instructora, fundadora y coordinador de la Red de Talleres
Literarios de San Cristóbal desde el 2004. En el 2006 obtuvo el Segundo Lugar
en el concurso de Cuento y Ensayo Camino Real, organizado por la Fundación Juan
Bosch, con su cuento “En el barrio no hay mariposas”. En el 2007 obtuvo el
Segundo Lugar en el Concurso de Cuento Radio Santa María, La Vega, con su
cuento “Monologo del Libro”; en el 2008 obtuvo el Segundo Lugar en el Certamen Literario
Nacional para Talleristas del Ministerio de Cultura, con su cuento “Quien
cuenta o borra mi maldita historia”; obtuvo un reconocimiento en Gestión
Cultural en los Premios Arte y Cultura Fradique Lizardo en el 2008, y en el
2009 obtuvo el reconocimiento en Narrativa. Fue Entregada de gestión Cultural y
Literaria de la Fundación Uan Bosch (2010-2012). Publico su cuento “Cada quien
carga su propia cruz” en la antología Nosotros también contamos; publico el
cuento “Quien cuenta o borra mi maldita historia” en la antología Made in mi
barrio, 2011, editados por la FLAM. Parte de su poética fue incluida en la antología
“Habitantes del Nigua o la poética de mi barrio”. Publicó su serie de minirelatos
“Matrimonio Feliz” en el periódico breviario, 2010, editado por la FLAM. Varios
de sus textos brevísimos están incluidos en la antología Héroes del Caliche. En
2012 presento una instalación titulada: “Mi barquito de papel”, en la
exposición multidisciplinaria Semántica del Rio”, organizada por la FLAM en el
Centro Cultural Perelló. Pertenece al grupo Narradoras de San Cristóbal.
Coordinó el Pabellón Letras del Este, en la Feria regional del Libro San Pedro,
2013. Es instructora de los talleres literarios Mi Bario en Letras y la
promoción 101 Niños Poetas de San Cristóbal.
Ilustración: Domingo Guzmán
Tres
días después
Lloraba. Busco a
tientas en el primer cajón del gavetero la fotografía de su esposo. Se sentó en
la equina de la cama. Gotas brotaron de sus ojos camino al corazón. Todo era
oscuridad, mas por la nostalgia que por la noche; quizás por la ausencia.
Miraba la foto, y seguía llorando sin remedio. Hace tres días que no entraba
allí.
-¡Coño!, ¿Dónde están
mis medias blancas?-dijo Marcos.
Había buscado en el
armario, debajo de la cama, en los zapatos, ene el closet. No las encontró.
-¿No me oyes? Te pregunté que de donde están mis medias ¿Qué
te pasa? ¿Acaso no te estoy hablando?
Ella aguardaba con un
dolor que le calaba los huesos. Sintió que no tenía lágrimas para negociarle a
sus ojos. Marcos trato de acercarse. No entendía por qué lloraba su mujer. Algo
se lo impidió. No fue la duda. Fue algo más fuerte, más contundente, como si
hubiera una barrera transparente entre ellos y la realidad. Confundido,
retrocedió. No comprendía por qué no la pudo tocar. Miro sus manos, noto un
brillo nunca antes visto. Pensó que había puesto demasiada crema.
Desconcertado, nuevamente trato de acariciarla.
-¿Qué pasa mi amor?-le
dijo, con una ternura inusual.
Seguía sin entender.
Sus manos traspasaron su rostro. Retrocedió hasta que lo detuvo el tocador.
Frente al espejo su cuerpo se confundió. Quiso despertar de su tragedia,
entonces recordó al accidente.
Ilustración: Domingo Guzmán
Cada
quien carga su propia cruz
A
Minerva Florentino
¿Se va doctora?
-Sí, terminé por hoy.
-No, ahora falta la
mejor parte, todavía no ha terminado conmigo.
-Ayer escuché hablar de
su poder para seducir a la gente. Anteayer se me fueron las dos horas tratando
de convencerlo de su situación-le dijo, algo nerviosa-.Tengo otros pacientes
que esperan por mí.
La oficina no era algo común.
El recinto guarecía de sueños y culpas que por una razón u otra se asomaban a
los barrotes. No quería seguir en el consultorio. Trato de salir. Pero él se
atravesó en la puerta.
.Solo quiero que
hablemos un momento más. Quiero que veas esto.
-que cosa, también
me vas a hipnotizar?-le dijo, con una
sonrisa burlona.-. Le he escuchado decir demasiadas tonterías. ¿Acaso no siente
el menor remordimiento?
La miro con una
frialdad que la enjaulo.
Uhh. no, me importa. Cada quien carga su propia cruz.
Yo también traigo la mía.
No era normal la
serenidad con que la trataba. Se sentía atormentada por la conversación, aunque
no lo dio a mostrar en ningún momento. Camino en forma circular en torno a
ella. El roce de sus labios en sus oídos la llevo a un estado de nerviosismo
incontrolable. Hacia tanto tiempo que no sentía algo así. Algo más que
sensaciones se adueñaron de ella, quizás una personalidad ajena a la suya. Algo
que removía sentimientos que creyó muertos. Ahora se entretejían para
dominarla. No debía involucrarse con sus pacientes. No era ético. El le
producía cosas que se desbordaban en caminos rotos. No tenía fuerzas para
negarse a esas sensaciones. “Siéntate”, le dijo. Como una niña obediente cayó
en el sillón. El tomo en sus manos el péndulo y lo sostuvo de pie, lo oscilaba
a la altura de la bragueta de su pantalón. LA sangre no corrió por sus venas,
corrió por su sexo. El péndulo oscilaba con suavidad. Tomo su brazo y la obligo
a tocarlo. “sientes tus parpados muy cansados. Tu mente está en blanco. Harás
lo que yo diga. Sólo despertarás cuando truenen mis dedos. Quiero que bailes
para mí”. Ahora era paciente y no la psiquiatra. Se levanto como un robot que
reacciona al estimulo de un control remoto. Soltó su pelo sostenido por un
pequeño gancho. Deslizó su blusa: sus ojos desorbitados atravesaron el umbral
de la nada. Su mente escuchaba una música lejana. Una carcajada reventó, recorriendo
los pasillos de una infancia difícil que no valía la pena mencionar. Bailaba
sin detenerse. Reía de placer, o tal vez de los recuerdos que la atormentaban.
-¡Baila, yo te lo
ordeno!
Ese rostro confundió su
memoria. Deslizó sus dedos por unos senos que gritaban:
-¡Papa, ya no quiero
seguir!
Tronaron sus dedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario