Marcial Báez
“Vuestro
amigo es la contestación a vuestras necesidades.El
es campo en el que sembráis con amor y
cosecháis con
agradecimiento.Y el
vuestra mes y vuestro hogar. Porque os
aproximáis a él con vuestra hambre, y
buscando la paz”.Gibran
Jalil Gibran
Por momentos la
aprehensión de la realidad objetiva se nos confunde con el verbo y los símbolos
surgen en la configuración espacial, que lúdica nos proporciona el placer de
recrear imágenes almacenadas por el tiempo en su derrotero.
Todo esto para
llegar al recuerdo latente de recibir estímulos, tan positivos, que
conscientemente van dirigidos hacia el interior de nuestra existencia,
recurriendo siempre a la libido que nos aprisiona hasta alcanzar el climax
interaccional, unificando afectos y emociones.
De ahí, la
representación genuina de afectividad desbordante envuelta en las notas
musicales de un canto cautivante, ritual de cuerpos acompasados, piernas y
movimientos coquetos, que plasman la satisfacción mutua de encuentros eróticos
en la expresión original de sus raíces.
Ella,
coleccionista de sueños, de realidades, de ideas de la vida misma; límpida e
incondicional en sus actuaciones. Tan llena de si, traza las metas que
recorrerán seguras pisadas, donde las huellas irán obsequiando enseñanzas. Su
sombra: acuna y clama, protege y ama.
Ella es un
proyecto vivificante, mezcla de sensaciones táctiles y oníricas, donde el
unicornio se yergue escultórico, trasparentado en las ballenas jorobadas,
surcando los azules y profundos mares, buscando la casita encantada que sus
pensamientos van creando como respuesta a los avatares de la vida.
Si. Ella, de la
tierra que vio nacer a San Martín ha germinado en este solar haciéndolo suyo al
paso de los años y suyas también las
vicisitudes de otros, no importa la procedencia, son recibidos con el mismo
agrado.
Esto nos
deslumbra, todavía la esperanza levanta sus brazos; siempre añoramos unos pies
sobre la tierra: ¡firmes! Decididos a luchar por el presente, edificándolo
sobre bases sólidas, haciendo camino al andar sin temor al sacrificio; dejando
atrás el fantasma político de la persecución trepadora “sobresalir a costillas
de otros”; brindando a manos llenas ese cúmulo de conocimientos, que abonara el
terreno donde florecerán vírgenes olivos.
Pero ella, la que
sueña y crea, tiene forma. Ese carisma imantado que posee nos arrastra hacia su
ser despierto, nos arropa con su experiencia en su maternal y cariñoso abrazo;
esa que nos impregna con su presencia está definida en un nombre: ANITA
ONTIVEROS.
El Periódico. San
Cristóbal, R. D. 1993. Pág. 7.
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