jueves, 1 de julio de 2010

HACIENDO CAMINO: EDITORIAL


R. P. Cruz María

Cuando se escribían cartas a los familiares y amigos se solía encabezar con un lema. Mi lema era “siempre en marcha” de modo que esa frase es orientativa de mi vida.

Por tal motivo cuando terminé mi carrera sacerdotal y religiosa me enviaron a Beniganim, un pueblo de Valencia en España, donde me estrené en el ministerio del sacerdocio. Sólo duré un año y le cogí tanto “gusto” y cariño que cada vez que voy a España me paso una semana en aquel pueblo donde dejé unas amistades muy profundas. Me dolió salir de allá.

De ahí pase a Madrid, aunque la intención de mis superiores era haber ido a Nicaragua en los tiempos de Somoza. En Madrid estudiaba catequética con unos profesores de vanguardia que me ayudaron a ver la vida de otra manera.

Sin terminar los estudios, truncado, me enviaron el 18 d enero de 1973 a Yaguate con mi mejor amigo, José María. Me dolió dejar los estudios sin terminar.

Un mundo completamente distinto, extraño, retador, sugestivo. Casi 14 años… aprendí mucho, sufrí lo que nadie sabe y moleste lo que muchos ni querían, ni deseaban.

Obligado por las circunstancias, y en ejercicio más democrático que yo he visto en esta delegación de la República Dominicana, fui trasladado a Bajos de Haina. Mentiría si dijera que tenía ganas de salir de Yaguate. “Haina” me resultaba un caos, pero allá llegue en la mañana del día 25 de octubre de 1985.

Tuve que aprender de nuevo, era otro mundo, otra realidad. Casi 19 años gocé junto a otras personas en el trabajo pastoral de formación y organización de las comunidades.

Un 4 de agosto del año 2004 a eso de las seis y media de la tarde tuve que trasladarme a San Cristóbal. Otra realidad, otro mundo, un poco mezcla de los dos lugares donde antes había estado destinado y otras realidades nuevas.

Esta plaza es codiciada, estaba convencido de que no duraría tanto.
Encontré nuevos amigos y amigas, nuevos desafíos, realidades que había que cambiar, pero que también había que respetar los procesos, los tiempos y sobre todo las personas.

Muy feliz estaba trabajando con muchos colaboradores y colaboradoras y proyectos desafiantes, generosos y prometedores.

Por eso el dolor y sufrimiento a partir del día 25 de mayo no ha sido pequeño. Hasta mi proceso vital ha sufrido.

Ahora, por primera vez, salgo de la provincia y voy a la capital. La parroquia Santo Toribio de Mongrovejo, en la Yuca, es mi nueva “novia”. Muy dispar, con muy diferentes realidades. El día 30 saldré para allá. Se que Dios no abandona y que “siempre en marcha”.

Parroquia Nuestra Señora de la Consolación. Año 3 No 4. 25-06-2010.

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