Por Marcial Báez
Aceptar
una invitación para visitar Bahía de las Aguilas y el Hoyo del Pelempito en la
provincia de Pedernales, de parte de Wascar De Peña me ha dado la oportunidad
de conocer una vez más la grandeza de Dios en la naturaleza...Dios también está
ahí.
Nos
dirigimos al Sur Profundo junto a Gloria (Mendoza) de De Peña y la Dra. Yahila
De Peña, animados eso sí, por una música selecta de la discoteca personal de
nuestro anfitrión, donde lo regional e internacional se escuchaban con un
equilibrio de selección digno de un programador radial.
Volver
a disfrutar de la belleza del paisaje de las costas de Barahona, descubrir la
aridez, la soledad de estas provincias olvidadas por todos a través de nuestra
historia iba despertando cada vez más en mí la sensibilidad de penetrar en esas
almas dejadas al abandono.
Wascar
De Peña tuvo la genial idea de irnos concientizando sobre esta impresionante
visita, ya que conocedor de la geografía nacional tenía asimilado cada espacio
y cronometrado el tiempo de ida y vuelta con una exactitud asombrosa, pues la
publicidad ofertada por la Secretaría del Medio Ambiente sobre el Hoyo del
Pelempito no era lo que verdaderamente existía y habría que publicitar... el
CONTRASTE que observaríamos a nuestra llegada porque que no encontramos ni un
avecilla, ni una mosca, ni una animal que interrumpiera nuestras
observaciones...ni siquiera un personal atendiendo las instalaciones en donde terminaría
la meta; al visitante se le deja solo a su suerte; el desplegable en cuestión
se convierte en una carta negativa que fomentaría un bloqueo y una desilusión a
los visitantes. Nuestra inquietud se coronó con una panorámica maravillosa,
difícil de explicar, desdoblándonos para disfrutar de esta creatividad cristina
donde sentiremos la presencia Dios en esta desolación contrastante con el lugar
que le circunda: agreste, caluroso, deshabitado... y como la temperatura va
tornándose fresca a medida que nos adentramos, entre pinares, a la tierra
prometida.
Esto
sin lugar a dudas es majestuoso y nos preguntábamos si estábamos en nuestro
país; ¡cuanta belleza virgen! , ignorada
hasta por sus propios habitantes; sobre todo por las autoridades donde
no han podido colocar avisos y letreros en la autopista señalando el camino a
seguir para llegar a este tesoro escondido.
Una
breve visita a la ciudad de Pedernales nos hizo reflexionar sobre la situación
de las provincias de la frontera y nos
remitimos al Artículo 7 de la Constitución de la República: Es de
supremo y permanente interés nacional el desarrollo económico y social del
territorio de la república a lo largo de la línea fronteriza, así como la
difusión en el mismo de la cultura y la tradición religiosa del pueblo
dominicano...quiénes vendrán en su ayuda? El Chapulín Colorado...soñemos
Pilarín. Con expresarles que la puerta que nos permite el acceso al vecino
país, Haití, es una soga...ni más ni menos.
Al arribar a Bahía de las Aguilas nos
encontramos con una gran roca erosionada
formando cuevas, cuya belleza natural no se puede apreciar en toda su magnitud
por las construcciones inadecuadas que han hecho sus moradores; pero a pesar de
los inconvenientes, la deslumbrante imagen que nos brinda esta creación la
vamos viviendo
en el recorrido en
bote a lo largo de la costa rocosa hasta llegar a la playa de blanca arena y
cristalinas aguas...un espectáculo inigualable; que es la más hermosa cosa del
mundo.
Las
vivencias experimentadas al visitar estas Catedrales de la Naturaleza; me embriagó de espiritualidad, mi
cuerpo se tornó pequeño, pequeñito y mi alma del tamaño del universo se
expandió hacia el campo visual hasta alcanzar el cielo... y en ese instante
pude atrapar borbotones de felicidad, despertando con ello el deseo de
comunicarlo a los que se sientan verdaderamente identificados con los
patrimonios naturales, instituyendo una cadena de solidaridad nacional para
transmitir al mundo entero el privilegio de tener en nuestro territorio tanta
belleza.
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